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1163 9 Octubre 2012

 

ANÁLISIS A FONDO
Pemex, SA de CV
Francisco Gómez Maza

Hacia la apertura de la empresa al capital privado
El privado no será ninguna garantía de eficiencia

Ciudad de México.- El presidente electo, Enrique Peña Nieto, está embelesado con Petrobras (Petróleo Brasileño, S. A.), una de las petroleras más exitosas del mundo, en la cual el gobierno federal, de corte “izquierdista”, tiene primacía por ser dueño del 50 por ciento más una acción del capital con derecho a voto.

En Petrobras, el Gobierno Federal brasileño, en su condición de accionista mayoritario, tiene el derecho de designar a la mayoría de los miembros del Directorio. Los accionistas minoritarios tienen derecho a elegir por lo menos un miembro, siempre y cuando los derechos de voto múltiples no les den más de uno. Los accionistas preferidos pueden elegir un miembro del Directorio si, en conjunto, representan un mínimo del 10% de la participación de los accionistas, sin contar al accionista mayoritario.

Petróleo Brasileiro S.A. es una sociedad de economía mixta, bajo control del Gobierno Nacional y sus actividades se rigen por la libre competencia con otras empresas, de acuerdo con las condiciones del mercado. Directamente o por medio de sus subsidiarias, asociada o no con terceros, ejerce en el país o fuera del territorio nacional, cualquiera de sus actividades integrantes de su objeto social.  Puede constituir subsidiarias, así como también asociarse, mayoritariamente y/o minoritariamente, con otras empresas.

Petrobras y sus subsidiarias pueden adquirir acciones o cuotas de otras sociedades; participar en sociedades de fin específico, así como también asociarse con empresas brasileñas y extranjeras, y formar con ellas consorcios, en la condición o no de empresa líder, teniendo por finalidad expandir actividades, reunir tecnologías y ampliar inversiones aplicadas a las actividades vinculadas a su objeto.

Ese es el modelo que entusiasma a Peña Nieto, quien, como lo aseguró el domingo en Colima el presidente nacional del PRI, Pedro Joaquín Coldwell, tiene preparada ya una iniciativa de reformas a la Constitución para permitir las inversiones privadas en la exploración y explotación de petróleo, en virtud, según dijo el líder priísta, de que Petróleos Mexicanos (Pemex) no tiene la experiencia ni los recursos para explorar yacimientos en aguas profundas, por lo que es pertinente que empresas extranjeras inviertan para explotar los recursos energéticos.

Peña Nieto se ha comprometido con una reforma energética: "No se trata de suspender el carácter nacional de nuestra industria petrolera o eléctrica, sino de apoyarlas con el concurso de otros modelos de negocio, para colocar nuestra riqueza petrolera al servicio del país", aclaró Joaquín Coldwell.

El argumento para incrementar la participación privada en la petrolera –que está ya privatizada en todas sus divisiones– es que, entre otras cuestiones, se requieren nuevas refinerías con mayor productividad, para evitar la dependencia de la importación de gasolinas y para incorporar a la economía reservas de recursos no convencionales, como el gas, que se encuentra en depósitos en el norte del país y en la costa del Golfo de México, y que no son explotadas.

Otro argumento para la reforma energética de Peña Nieto es que, con mayor apertura al capital privado nacional y extranjero, Pemex podría concentrar sus esfuerzos en desarrollar los proyectos en donde es competitiva a escala mundial, como la perforación en aguas someras y en franjas terrestres, y conceder a petroleras privadas la actividad de explotación de hidrocarburos en aguas profundas, para lo cual Pemex no tiene experiencia.

El nuevo gobierno busca que la actual empresa paraestatal pueda asociarse con compañías que han demostrado su experiencia en este tipo de proyectos a escala mundial, y que han desarrollado tecnologías que permiten optimizar los resultados de estos proyectos. "Con esto se buscaría que Pemex maximice sus resultados, como es el mandato popular", de acuerdo con el líder priísta.

La lenta privatización de Pemex se inició más o menos a principios de los años 90. El escribidor dio la primicia, en el diario especializado El Financiero, de la partición de Pemex en cuatro grandes corporaciones. Poco después de aquella nota principal, se expidió la nueva Ley Orgánica de Petróleos Mexicanos y Organismos  Subsidiarios, mediante la cual Petróleos Mexicanos comenzó a operar por conducto de un corporativo y cuatro organismos subsidiarios: Pemex Exploración y Producción; Pemex Refinación; Pemex Gas y Petroquímica Básica y Pemex Petroquímica, que permitieron la operación de capital particular en sus activos.

Actualmente es común ver capital privado en las empresas del corporativo de Pemex: OIC en Pemex Exploración y Producción, OIC en Pemex Refinación, OIC en Pemex Gas y Petroquímica Básica, OIC en Pemex Petroquímica, OIC en PMI Comercio Internacional, OIC en III Servicios y OIC en Compañía Mexicana de Exploraciones, todas bajo. Todas con carácter de sociedades anónimas. La mayoría con capital privado.

Así que nadie tiene por qué rasgarse las vestiduras ante la tirada de Peña Nieto de imitar a Petrobras, empresa que es manejada por un gobierno de corte progresista como el de Partido de los Trabajadores, inaugurado por el expresidente Luiz Lula da Silva y heredado a la actual presidenta, Dilma Rousseff.

Petróleos Mexicanos lleva ya un largo camino hacia la privatización y sería ganancia para los autodenominados izquierdistas que en la nueva Pemex, el gobierno federal conservara el 50 por ciento más una acción del capital con derecho a voto.

Esta es la tendencia mundial. La mayoría de los gobiernos de izquierda han tenido que sucumbir al neocapitalismo, que surge de los estertores del capitalismo clásico.

Claro que es un sofisma asegurar que es necesario privatizar para hacer más productiva y competitiva a la empresa petrolera. La privatización no es garantía de productividad y competitividad. Tenemos el ejemplo de Teléfonos de México. Podríamos decir que era más productiva y competitiva cuando estaba en manos del Estado. Ahora, en manos de Carlos Slim es una empresa muy ineficiente y sus usuarios pueden corroborarlo.

El problema de una empresa no es la propiedad. Puede ser del gobierno o de particulares. Lo que la hace productiva y competitiva es la eficiencia en el manejo de su administración.

analisisafondo@cablevision.net.mx

 

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