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1184 7 Noviembre 2012

 

FRONTERA CRÓNICA
Cifras de muertos en duda
J. R. M. Ávila

Monterrey.- Según cifras conservadoras, desde 2006 han muerto en México al menos 70 mil personas, pero hay quien habla de 150 mil. Si la cantidad de muertes se compara con las de otras guerras, tal vez se encuentre la verdadera dimensión de estas muertes.

Es obvio que la cifra admitida por el gobierno federal es mucho menor. Pero la invalida la falta de claridad con que arrancó el sexenio, a base de un fraude en el que el conteo de votos nada tuvo que ver con la realidad.

Para quienes quieran minimizar la realidad, hagamos un ejercicio de imaginación.

Se supone que la estatura promedio en México no rebasa un metro con 65 centímetros.

Si acomodáramos uno tras otro los cadáveres derivados de la guerra entre el narco y el gobierno, a partir de la cifra conservadora de 70 mil muertes, encontraríamos que puede alcanzarse una longitud de 115 kilómetros y medio.

Es decir, una longitud que puede equipararse a la distancia que debe recorrerse desde Monterrey hasta Linares, o desde Puebla hasta el Distrito Federal, o desde Veracruz hasta Xalapa.

Pero si esto no impresionara, podemos tomar la cifra menos conservadora de 150 mil cadáveres y encontrar que la longitud ascendería a 247 kilómetros y medio. O sea, la distancia aproximada entre Saltillo y Torreón, o entre Monterrey y Ciudad Victoria.

En la realidad, no es viable hacer esto, porque habría qué embalsamar miles de cadáveres para conservarlos y colocarlos a un lado de las carreteras entre las ciudades mencionadas, e ir acumulando los que se acumulen cada día.

Además, si de por sí es difícil el conteo de cadáveres completos imagínense ahora la dificultad que representa contar cadáveres desmembrados, disueltos en ácidos, enterrados de manera clandestina, desaparecidos o incinerados.

Si estas cifras no nos impresionan, es porque seguramente no hemos tenido víctimas familiares en esta guerra del gobierno contra el narco.

Sabemos, y debemos tenerlo en cuenta, que la muerte no puede medirse en kilómetros. Y, si tenemos duda, preguntemos a quienes ya han padecido la muerte de algún familiar. Esto que parece un simple ejercicio de imaginación puede hasta ofenderles.

Sólo una persona sin conciencia podría vivir tranquila ante la responsabilidad de tanta muerte. Esa persona tiene nombre pero ni siquiera merece que aquí se le mencione.

 

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