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1207 10 Diciembre 2012

 

EN LAS NUBES
¿Quién nos defiende?
Carlos Ravelo Galindo

Ciudad de México.- Todo mundo tiene el privilegio a manifestarse; pero nadie tiene el derecho a dañar a los demás. Esto último  se hizo con alarde, que todos vivimos, el sábado primero de diciembre en el centro de la ciudad capital.

Como vimos a una policía que sabe proteger a energúmenos, pero no a enfrentarlos. Y cuando practicó  esto último, lo hizo mal, como contemplamos. Ni unos, ni otros son superiores a nadie. Menos a la sociedad que los contempla inerme, aterrada, sin defensa alguna. Se detuvo a culpables e inocentes. A justos por pecadores.

No podemos pensar tampoco que toda la fuerza del orden fue arbitraria. Ni que todos los detenidos son inocentes. El juez, con las pruebas ofrecidas de ambos lados, determinó quién es quién. Puso en libertad a cincuenta y cinco y en detención a catorce, de sesenta y nueve detenidos. Para ello intervino la Comisión de los Derechos Humanos. Defender a unos y acusar a gendarmes.

Pero, a nosotros, las víctimas de manifestantes, energúmenos y autoridades, ¿quién nos defiende? También nos asiste el derecho a disfrutar de tranquilidad, aún inmersos en ésta vorágine.

Debemos reconocer que vándalos emboscados tras del rechazo al nuevo presidente se lanzaron a dislocar la ciudad. Ahí están las pruebas. Con tubos, palos, piedras, bombas Molotov  destruyeron hoteles, monumentos y comercios en el Centro Histórico. Saquearon tiendas. Robaron comestibles y artículos varios. No son actos de protesta, sino exhibiciones de poder. No manifestaron un desacuerdo sino defendieron un privilegio. El derecho a protestar y manifestarse.

Pero también es verdad que no debe lesionarse a terceros que no tienen que ver con su enojo. No son válidas las excusas, que nos dañan, de la pobreza, la desigualdad, los salarios, las elecciones, la falta de educación, de empleo, los líderes charros, los monopolios. Sus rencillas políticas. Y menos aún involucrar a pacíficos e inocentes ciudadanos en la furia que desató la autoridad a quien el ombusdman capitalino, Luis González Placencia, acusa de exceso de fuerza. Muchos jóvenes, mujeres, hombres y también niños fueron arrestados, sin tener culpa alguna. Los inocentes, fueron ya liberados. Los que quedan en cárcel, como sus cómplices aún fuera de ella, deberán saber que no son superiores moralmente a nadie.

Hay suficientes elementos probatorios para ubicar responsables. Obligarlos a responder de sus actos. Las pruebas que en diarios, internet y televisión presentan contra unos y otros, describe lo que ya, cansados y acorralados, no queremos más en México.

Ojalá que la verdadera autoridad competente (¿la habrá?) actúe en consecuencia. No vaya a limitarse con una frase, tan común en nuestros tiempos en reciprocidad al justo reclamo: “borrón y cuenta nueva”.
Y por lo pronto catorce ahora reos, se vuelvan a burlar de pueblo y autoridad. Al igual que sus cómplices o quienes los contratan.

carlosravelogalindo@ysahoo.com.mx

 

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