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1226 7 Enero 2013

 

Apuntes sobre El Activista, I
Raúl Caballero García

Dallas.- La vida y las insubordinaciones de José Ángel Gutiérrez, un hombre nacido en el sur de Texas, contribuyeron de manera sustancial a los movimientos políticos que tuvieron lugar en los Estados Unidos con marcada intensidad durante los años sesenta y setenta del siglo pasado.

El trabajo social de Gutiérrez surge con la perspectiva de la comunidad mexicoamericana ninguneada y vapuleada, oprimida y explotada durante varias generaciones desde la independencia de Texas y más marcadamente a partir de que se firmó el Tratado de Guadalupe-Hidalgo, con el que México pierde una vasta zona de su territorio quedando en los Estados Unidos una nutrida población de mexicanos.

Como se sabe los mexicanos que vivían en el territorio perdido, al principio se negaron a considerarse ajenos a su patria natal; incluso durante la intervención francesa, que ocurre pocos años después, forman grupos de defensa de México contribuyendo con las fuerzas juaristas con notables aportaciones de dinero y cargamentos de armas (a ello se debe que en los Estados Unidos la comunidad mexicana celebra con especial énfasis la fecha del 5 de mayo, cuando Ignacio Zaragoza —de origen texano por cierto— gana la batalla de Puebla al ejército francés).

Texas sigue la tradición anglosajona del racismo y la segregación.

A través del poder político que detentaban los angloamericanos —pero también a la fuerza— durante varias generaciones los mexicoamericanos sufren atropellos legalizados: cambian escrituras, “compran” sus tierras con engaños, les roban sus propiedades en nombre de la ley. La mayoría de los mexicanos que viven en el nuevo territorio, sufren maltrato y sometimientos —sólo se salva uno que otro hacendado—, los angloamericanos que vienen del norte literalmente llegan a apoderarse de las tierras y al hacerlo arrasan (o procuran hacerlo) con tradiciones, cultura e idioma de los mexicanos quienes, sin embargo, preservan esos elementos de identidad. En fin, ante la andanada de abusos y explotación de parte de los nuevos dueños de esas tierras, entre los mexicoamericanos aflora un resentimiento hacia el gobierno mexicano y en general hacia los mexicanos que siguieron en México. La impotencia produce una especie de orfandad que deviene en escisión cultural, en pérdida de identidad, en dudas y confusión.

En otra parte me he ocupado de señalar que la preservación del idioma fue una especie de silencioso movimiento de “resistencia”. Al español lo quisieron sofocar pero sobrevivió, pasó largos periodos de atropellos y ataques, se le quiso silenciar prohibiéndolo y castigando a quienes lo usaban… lo que lograron, ciertamente fue que algunas generaciones de mexicanos aceptaran no usarlo, aunque muchos de sus padres lo usaban en casa o en el barrio. Esa es una de las razones por las que apareció el Spanglish. Luego hubo una reacción, recomenzaron a usar el español y muchos que lo habían abandonado volvieron a aprenderlo. Durante el Movimiento Chicano prevalece un orgullo que nos remite a esa resistencia y a partir de ahí el viejo resentimiento se va matizando hasta volverlo tolerable y en la gran mayoría y en las generaciones siguientes se difumina.

Si bien los afroamericanos dan la pauta a raíz de los discursos y acciones de Malcolm X, Martin Luther King Jr. y Angela Davis, entre otros; los mexicoamericanos se hacen notar sobre todo con César Chávez, Reies López Tijerina, Rodolfo Corky Gonzales… es entonces que surge el Movimiento Chicano, un fenómeno social no del todo explorado y las más de las veces desconocido o subestimado, en todo caso desconsiderado.

 

[Continuará...]

El autor nos remite a la aparición de un libro de su autoría:El Activista. Vida e insubordinaciones de José Ángel Gutiérrez, líder emblemático del movimiento chicano en los Estados Unidos. Primer título editado por La Quincena, en coedición con la Uanl, Monterrey, 2012.

 

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