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1226 7 Enero 2013

 

ANÁLISIS A FONDO
¿La indiada en la agenda de EPN?
Francisco Gómez Maza

La rebelión indígena no es cosa juzgada
El pendiente: los Acuerdos de San Andrés

Ciudad de México.- No hay duda de que los chiapanecos alzados el primero de enero del 94, aquel Año Nuevo cuando la globalización tomó carta de naturalización con el TLCAN, estuvieron en la agenda de las agencias de inteligencia y en la de las Fuerzas Armadas.

En el miedo de los gobernantes, los indios alzados, encabezados por el Ejército Zapatista de Liberación Nacional, eran “transgresores”. Con fusiles de todos los modelos y calibres en las manos, guerrilleros y guerrilleras le declararon la guerra al Ejército Nacional Mexicano.

Pero pudo más la razón de la Sociedad Civil local e internacional: la agenda zapatista se impuso en la conciencia de una muy buena porción de la opinión pública. El gobierno federal tuvo que declarar el cese al fuego. Aceptó sentarse a la mesa de los Diálogos por la Paz en la Catedral y luego en San Andrés (http://www.redindigena.net/leyes/mex/docs/chia/sanandres.html). De esas mesas salieron acuerdos históricos, firmados por delegados gubernamentales y de la guerrilla. Pero el presidente Ernesto Zedillo los convirtió en acuerdos desconocidos. Los Acuerdos fueron firmados el 16 de febrero de 1996.

No eran cosa del otro mundo. Sólo reconocían algo que ni siquiera es necesario reconocer, porque es connatural a todo ser humano y a toda colectividad: Los derechos y la cultura Indígenas. El gobierno se comprometía a modificar la Constitución general para otorgar derechos, incluyendo autonomía, a los pueblos indígenas de México y atender sus demandas de justicia e igualdad.

La propuesta de ley, que sería elaborada por la Cocopa (Comisión legislativa de Concordia y Pacificación), integrada por legisladores de las dos cámaras federales y del congreso local de Chiapas), habría significado, por lo menos, el reconociendo constitucional a las comunidades y pueblos indios como entidades de derecho público, brindando la posibilidad de que los indígenas pudieran elegir libre y democráticamente a sus representantes.

A 19 años del estallido, el EZLN da otro golpe mediático, el pasado 21 de diciembre, con cinco majestuosas manifestaciones en los municipios chiapanecos tomados por el movimiento armado el primero de enero de 1994.

La nueva irrupción no estaba ni siquiera en la agenda de las empresas periodísticas. Menos en la del Cisen, ni en la de las Fuerzas Armadas. Menos, en la de Peña Nieto. Para periodistas del establecimiento y para gobernantes, el EZLN era un cold case. Marcos era sólo el (supuesto) hermano incómodo de la señora Mercedes del Carmen Guillén Vicente, destacada priísta y colaboradora del presidente de la república. Pero… Que reaparecen los indios ante el mundo para hablar con la boca cerrada. Y exigir que el presidente rectifique a Zedillo Ponce de.

Peña Nieto tendría que haberse manifestado ya, pues el del EZLN es el clamor de por lo menos la quinta parte de la población de México. El cumplimiento de los Acuerdos de San Andrés tiene que ser asunto prioritario de la agenda presidencial.

A desfondo
"The Fight to Save Juárez: Life in the Heart of Mexico's Drug War” (University of Texas Press: http://www.utexas.edu/utpress/books/ainfig.html), escrito por Ricardo Ainslie. Documenta los tres años más violentos de Ciudad Juárez (2008, 2009, y 2010), el epicentro de la guerra contra el narcotráfico durante ese tiempo. Entre los entrevistados destacan el mediático policía Genaro García Luna, el ex procurador Eduardo Medina Mora y Alejandro Poiré. Sin embargo, la mayoría de las entrevistas se enfocan en personas que vivieron de cerca la pesadilla: el entonces alcalde juarense, la amante de un narco, un periodista y un activista de derechos humanos, entre otros. Será presentado en abril venidero.

analisisafondo@cablevision.net.mx

 

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