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1229 10 Enero 2013

 

MALDITOS HIPSTERS
Las malqueridas bibliotecas
Luis Valdez

Monterrey.- Las bibliotecas más emocionantes son en las que vas y pecas. Te aprovechas del silencio para irte a buscar un libro entre los estantes, acompañando a la buenota del grupo de la escuela y ahí le das su apretujón.

No estamos convirtiendo a una biblioteca en un hotel (para eso hay parques, bodegas, iglesias y baños de aeropuertos), pero son una excelente precuela. Por supuesto que un lugar atiborrado de libros no es la atmósfera más erótica que existe, pero, ¿qué más quieres cuando tienes enfrente a una adolescente en falda? Es de sátiros aprovechar lo que para otros es un lugar aburrido, creando las posibilidades más lúbricas en el momento indicado.

¿Por qué son tan malqueridas las bibliotecas? Será porque nadie nos ha enseñado a querer los libros, porque el 99.9% de los mexicanos no conocen a Lolita, ni a Juliette, ni a Justine, y mucho menos se imaginaría la de erecciones que sucederían al leer Historia del ojo, de Bataille, o Inmaculada, de Juan García Ponce. El erotismo (o el morbo, caray) son buenos anzuelos para acercarse a un rincón de la biblioteca y escarbar entre los títulos. Eso, si nuestras institucionales (y por lo tanto moralistas) bibliotecas, reservan un área específica para erotismo.

Pero vamos bien. Ya hay un área para infantiles y no me parecería descabellado que en un futuro haya secciones de ciencia ficción o novela de la revolución. Estamos aprendiendo a querer a las bibliotecas no por lo poco que nos dan, sino por lo mucho que nos pueden ofrecer. La biblioteca de nuestros sueños, no es la chafa biblioteca de gobierno, ni la mocha biblioteca de la escuela. La biblioteca de nuestros sueños es la que hacemos en nuestras propias casas, con plumas a manera de separadores entre las páginas, con boletos de camión, con recortes de revistas porno, con anotaciones de correos electrónicos personales o rayones a lápiz o pluma para distinguir un párrafo o una frase.

Puede que no acostumbre querer demasiado a las bibliotecas ajenas (porque para mi gusto no son las perfectas), pero para eso prefiero tener una en casa. Aunque de vez en cuando me lanzo a ver qué le puedo agregar de extra. No le soy infiel a mi biblioteca. Sólo me gusta manosear en otras a ver qué encuentro. 

 

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