ANÁLISIS A FONDO
Transparencia a la Peña Nieto
Francisco Gómez Maza
Bajo el sistema federativo, los funcionarios públicos
no pueden disponer de las rentas sin responsabilidad.
Benito Juárez
Los abusos y costumbres de la clase política
“Transparencia”, romper con el lugar común
Ciudad de México.- “Transparencia” es la palabra que ayer se escuchó, alto y claro, en Palacio Nacional. Grito de guerra de todos los gobernantes del mundo. En el caso de México, víctima del manoseo de la clase gobernante, por sus abusos y costumbres.
En esta parte del mundo, “transparencia” se ha hecho un lugar común. Todos los políticos abusan de ella, como aquellos ministros religiosos ensalzadores de la castidad, pero que difícilmente la practican.
Es muy posible, pero muy posible que no sea el caso del presidente Enrique Peña Nieto, quien ayer, al cumplir 47 días de haber inaugurado su sexenio, hizo pública su declaración patrimonial. Que se recuerde, desde Luis Echeverría Álvarez, José López Portillo, Miguel de la Madrid, Carlos Salinas de Gortari, Ernesto Zedillo, Vicente Fox y Felipe Calderón, el primer presidente que organiza un acto público en el patio central de Palacio para darla a conocer es Peña Nieto. Él está obligado a portarse muy bien porque si no lo hace, en el 2018, su partido podría ceder la casa presidencial a otro.
La declaración patrimonial es obligatoria para unos 216 mil funcionarios de alto nivel de la burocracia, desde jefe de departamento hasta presidente de la república, y si no es presentada es motivo de sanción, desde una amonestación, hasta la inhabilitación para ejercer cargos públicos.
Pero no es obligatorio para el funcionario hacerla pública. El procurador general, Jesús Murillo Karam, decidió lo contrario de su jefe: mantenerla sólo para los ojos de los contralores de la Secretaría de la Función Pública. Y podría alegar que está en su derecho.
De todos modos, lo realizado ayer por Peña Nieto es histórico. “Su gobierno será transparente y rendirá cuentas claras ante la ciudadanía”. Esto lo afirmó luego de presentar el recibo de la declaración que la Secretaría de la Función Pública le envió por correo electrónico. Podemos creerle o no creerle. Muchos seguramente no lo tomarán en serio e inclusive se burlarán de él, como ya ocurrió en las llamadas redes sociales, no obstante que nadie, ni dios padre, tiene el derecho de juzgar a nadie sin antes comprobar que es culpable.
El escribidor vive con una gran dosis de agnosticismo. Ni cree, ni no cree. Simplemente ve el documento (la Declaración Patrimonial), que puede ser consultado en el “Blog” del presidente (www.presidencia.gob.mx), pero no puede enjuiciar pues carece de elementos, de pruebas.
Por lo declarado privada y públicamente, Peña Nieto es hombre rico y, por tanto, no necesita de más. Esa cualidad podría garantizar a los mexicanos, que no meterá la mano en las arcas, aunque éstas siempre estén abiertas para él.
Lo que sí es comprobable es que Peña Nieto, además de cumplir con la ley del servicio público, se compromete ante los ojos y los oídos de los reporteros de la prensa escrita, y ante las grabadoras de la radio y cámaras de las televisoras: “La transparencia será fundamental en la presidencia democrática que me he propuesto conducir. Es una obligación sustantiva para dar confianza a una sociedad mexicana más plural, más informada y más participativa”.
Las propiedades declaradas (cuatro casas, tres terrenos, un departamento), todos de considerables dimensiones, y algunas obras de arte y joyas, sin especificar su valor monetario, es la riqueza del jefe del ejecutivo. Muy buena riqueza. Suculenta. Curioso que no aceptó, de acuerdo con la Declaración Patrimonial, hacer públicos sus ingresos netos, el valor de sus inmuebles y de sus muebles, sus vehículos, sus inversiones, sus cuentas bancarias, sus cuentas de valores y sus adeudos.
Pero dejémoslo ahí. Con lo que declara tiene para vivir y ni siquiera requiere del “salario” de 194 mil 478 pesos que el “pueblo” le asignó como presidente de la república.
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