Suscribete
 
1236 21 Enero 2013

 

MUROS Y PUENTES
Golpe bajo de los rifleros
Raúl Caballero García

Dallas, Texas.- El miércoles 16 de enero, en Estados Unidos, se abrió un nuevo round de la disputa nacional en torno a la posesión de armas (derecho civil amparado en la segunda enmienda constitucional) que marcará el segundo cuatrienio de Barack Obama.

Obama marcó claramente su postura para ejercer el control de armas de fuego y prohibir la venta de las llamadas de asalto, las de tipo militar. La Casa Blanca, temprano, hizo circular su documento titulado Ahora es cuando (Now is the time), que es el plan del primer mandatario “para proteger a nuestros niños y nuestras comunidades reduciendo la violencia de las armas de fuego”.

Enseguida difundieron un memorandum de Obama dando línea a mandos de departamentos y agencias federales para abordar el asunto y unos momentos después circuló el documento con las declaraciones de Joe Biden y el propio Obama planteando las sugerencias de aquél y las órdenes de éste que en paralelo sintetizaban en una conferencia de prensa. O sea: va en serio.

Obama presentó 23 acciones ejecutivas para frenar la violencia por armas de fuego y, además, anunció una iniciativa para suspender la venta de armas de asalto, así como los cargadores de municiones de alta capacidad. Iniciativa que desde luego deberá ventilarse en el Congreso, sin embargo, ya salió del silencio oficial; de los susurros.

Y apenas momentos más tarde, la asociación nacional del rifle (NRA), que es la feroz entidad que exacerba el derecho constitucional (la segunda enmienda) a la posesión de armas, hizo circular su declaración en respuesta a las acciones de Obama destacando su oposición a la susodicha propuesta presidencial. Inició así lo que ellos mismos llamaron “la lucha del siglo”.

Desde la víspera, la NRA pagó un spot televisivo atacando al presidente y azuzando a sus miembros, y a quien quiera tomar su partido, en contra de la familia de Obama y de su propuesta, toda vez que cuestionó el hecho de que (por ley) la familia de los presidentes es custodiada por el Servicio Secreto.

Hay un acuerdo tácito entre todos los actores políticos y sociales respecto a que a la familia del presidente no se le involucra en los asuntos públicos. La NRA lo rompió señalando en el spot de marras que las hijas de Obama tienen guardaespaldas armados (que son miembros del Servicio Secreto) y lanzando al aire el cuestionamiento: “¿Son más importantes las hijas del presidente que las suyas?”, pregunta la voz del locutor del anuncio político pagado por la NRA que, en ese mismo comercial, acusa a Obama de ser un “elitista hipócrita” por oponerse a los guardias armados en las escuelas —medida que ellos proponían como respuesta a la masacre en Connecticut—, mientras sus dos hijas son protegidas por el Servicio Secreto.

Así las cosas, reitero, Obama se planta firmando las 23 acciones ejecutivas y proponiendo su iniciativa. El mismo día la NRA, vanguardia de quienes embestirán para frenar la citada iniciativa, igual se pone en pie de guerra.

Obama echa buena parte de su capital político a la mesa, apostando por el control de armas en el arranque de su nuevo mandato (confiamos en que el impulso a la reforma migratoria no se rezague). Y la NRA también arranca lo que algunos llaman su “cruzada” contra la iniciativa presidencial como única prioridad.

El pleito, así pues, ya está en todos los terrenos, públicos y privados. Este asunto más allá de los partidos, más allá de posturas políticas, posiblemente tienda a salirse de cauce cuando se caliente en el Congreso, cuando al sentido común le antepongan —presumo— lo contrario: la “ideología” de lo visceral, la del extremo, la de lo irracional.

El tema entonces deja de ser “tabú” o, mejor dicho, salta del cuchicheo a las palabras claras. Los legisladores tienen la obligación de perderle el miedo a la presión de la NRA que los hace trastabillar (por los millones de dólares que invierte en sus cabildeos) y que a la fecha los ha descarrilado en sus carreras si se le oponen, de ahí el miedo. Ante ello, el propio Obama deslizó la clave que puede revertir esa inercia: que sea el pueblo, la gente, la sociedad que se opone al uso indiscriminado de las armas, la que presione a los congresistas. Sólo así, dijo el presidente, se podrá enfrentar el rechazo a su propuesta.

“Esto no pasará a menos que el pueblo lo demande”, dijo Obama, mostrando su principal carta en la apuesta. Culmina la semana en que se ha establecido “el pleito”, culmina un cuatrienio en el que este asunto, pese a las repetidas tragedias, no se atrevió a pronunciarse más allá de declaraciones tibias y banderas a media asta. Ahora cuando inicia la nueva semana, cuando inicia el nuevo cuatrienio, las luces y los sonidos de bombos y platillos de la nueva investidura de Obama enmarcan la entrada a una pelea de pronóstico reservado, pero sí: ahora es cuando.

Está claro que se trata de un pleito cuyo desenlace, incierto a primera vista, pronto será evidente. Un pleito en el que le va al país una nueva visión que, de lograrse actualizar el significado de la segunda enmienda, será paradigma para las siguientes generaciones, será un zeitgeist reconfortante para la Generación Newtown, cuya tragedia, si Obama tiene éxito, pasará como la detonante del cambio.

rcaballero@diariolaestrella.com 
Twiter: @raulcaballero52

 

Su nombre :
Su correo electrónico :
Sus comentarios :

 


15diario.com