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1249 7 Febrero 2013

 

La noche del general
Hugo L. del Río

Monterrey.- Para vergüenzas, las que vivimos en México. El presidente Peña Nieto organiza su gabinete a partir de las órdenes de Washington. El divisionario Moisés García Ochoa iba a ser nombrado Secretario de la Defensa Nacional. Eso se supo desde que la secretaría lo designó comandante del desfile militar del último 16 de septiembre. Pero los gringos dijeron que no. Y lo que los gringos dicen es lo que vale.

Todo el lío huele mal. Nuestros vecinos, al parecer ahora nuestros patrones, admiten que no tienen ninguna prueba que confirme supuestos nexos del general con el narco. Tampoco hay evidencia –lo reconocen los gringos– de que el soldado de tres estrellas haya malversado fondos o cobrado comisiones por contratos comerciales. No, simplemente son sospechas.

Y a partir de estos prejuicios, recelos o suposiciones, el gobierno norteamericano nos dice, a todos los mexicanos, que el general García Ochoa no puede ser titular de la Sedena. Malo, muy malo. Pero lo peor es que la flamante Administración del toluqueño dobla la cerviz y en gesto servil que a todos nos humilla, responde a Washington con algo así como “Yes bwana”.

No sé si este militar está al servicio del narco o, por el contrario, lo animaba la intención de combatirlo. De la misma manera, ignoro si el general recibía su diez por ciento en transacciones comerciales con equipos militares. Lo que sí sé es que el veto gringo es al mismo tiempo una injusticia y una humillación.

¿Será necesario agregar que el gobierno mexicano queda cubierto de porquería de los pies a la cabeza?

Si García Ochoa se entendía con los capos, ¿no lo sabían ni la presidencia, ni gobernación, ni la procuraduría, ni seguridad federal ni nadie, pues, absolutamente nadie que habite en algún espacio de estos dos millones de kilómetros cuadrados que hasta hace poco eran el territorio de una nación libre y soberana?

Y si en efecto, el mílite incurría en actos ilícitos y el gobierno priista lo sabía y pese a ello, y quizá debido a ello, le iba a dar uno de los premios mayores, entonces qué. En este tema puedo aventurar opiniones.

Es sabido que Washington se entiende mejor con la marina armada que con el ejército. Quizás a los gringos no les conviene tener como secretario de la defensa a un soldado patriota y honesto. Clavos de Cristo: a lo que hemos llegado. Y a lo que nos falta.

Con esa abyección, a falta de criterio, los gringos le pueden decir al gobierno mexicano que meta en la cárcel o “neutralice” a Juan o a Pedro porque se sospecha que están en la nómina de los malos. Y nuestro gobierno lo hará, con la obsequiosidad de lo que es: un lacayo.

Llama la atención la aparente sincronización entre la tragedia de la torre de Pemex y el escándalo del general García Ochoa. Dicen los que dicen saber de estas cosas, que es prerrogativa o privilegio del secretario de la Defensa nombrar al jefe de seguridad de Pemex.

El general secretario no pudo ejercer su tradicional dispensa: Peña Nieto se le adelantó y le dio la chamba a un militar de sus confianzas, al parecer sin consultar con el titular de la Sedena. Obviamente, eso no les gustó al secretario y su equipo.

Washington se mete hasta nuestra cocina. No sólo vetó a García Ochoa: también sacó de la jugada a Jorge Hank Rhon, quien ya prácticamente tenía asegurada la candidatura del PRI al gobierno de Baja California.

De acuerdo. Hank Rhon es un político impresentable pero, ¿les da eso derecho a los gringos a decidir quién va a ser el abanderado del tricolor? Y, cereza del pastel: nos dicen nuestros socios –je je– que dos empresas de Zacatecas están ligadas a los zetas. ¿Papá gobierno no lo sabía?

Ahora falta que Washington nos informe de los oscuros manejos del rector Jesús Ancer y del precio de los quesos que Larrazabal le vende, supongo, a la alcaldesa Arellanes. Qué vergüenza.

Pie de página
El día que los pendejos que hay en México puedan volar no veremos la luz del sol en mucho tiempo.

Violan en Acapulco a seis turistas españolas y lo único que se le ocurre decir al alcalde Luis Walton Aburto es que esas cosas suceden en todo el mundo. Sí: estos son los hombres y las mujeres que nos gobiernan.

 

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