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1249 7 Febrero 2013

 

TRANSICIONES
Solos o acompañados
Víctor Alejandro Espinoza

Tijuana.- Tal como lo establece la normatividad electoral de Baja California, a las doce de la noche del pasado jueves 31 de enero venció el plazo para que los partidos políticos formalizaran las alianzas ante el Instituto Electoral y de Participación Ciudadana. Dos coaliciones quedaron inscritas sujetas a la revisión de procedencia que habrá de realizar el órgano electoral.

Atrás quedaron los tiempos cuando los partidos políticos acudían a las urnas de manera individual; se trataba por lo general de partidos políticos con identidades más directas. Con interpelaciones directas a sectores de la sociedad: clases medias, obreros y trabajadores o a la clase propietaria. Hoy, los partidos políticos se parecen cada vez más entre sí: a veces es sumamente complicado comprender los principios e identidades partidistas. Parece más bien cosa de enterados o especialistas.

La competencia electoral obligó a que el centro y el “gran elector” fueran el lugar y la clientela que todos quieren obtener. Es cierto, los partidos se parecen cada vez más entre ellos: todos buscan votos; los programas o plataformas políticas son lo de menos. Por eso a veces son los liderazgos los que rompen con esa tendencia al igualitarismo ideológico. Sobre todo en sistemas presidencialistas como el nuestro, donde la política se personaliza. Un buen o mal candidato hace la diferencia.

Las elecciones competidas obligan a buscar alianzas. Recordemos que en los procesos electorales de 2007 y 2010, en Baja California, los partidos que se coaligaron fueron: por un lado, el PAN, el Partido Nueva Alianza y el Partido Encuentro Social; por otro lado, el PRI y el Partido Verde Ecologista de México; y finalmente el PT y Convergencia (hoy Movimiento Ciudadano). Es decir, tuvimos tres alianzas y cuatro candidatos al gobierno del estado (en 2007), ya que el PRD fue en solitario (y así le fue).

Para este nuevo proceso electoral que inició formalmente el viernes 1 de febrero y que culmina el 7 de julio, habrá dos alianzas y tres candidatos a la gubernatura. Por un lado, se ha registrado la alianza “Unidos por Baja California”, integrada por el PAN, PRD, Partido Estatal de Baja California y el Partido Nueva Alianza; por otro lado, la alianza “Compromiso por Baja California” que la conforman PRI, PVEM, PT y Partido Encuentro Social.

El partido Movimiento Ciudadano (MC) (antes Convergencia) irá solo. En los días previos se mencionó que se integraría a la alianza encabezada por el PAN; finalmente ello no sucedió y se presentará con candidatos a todos los cargos. Puede jugar un papel importante en un escenario de polarización y de intensa competencia. Tal como lo hizo en 2006 el Partido Nueva Alianza a través de su candidato presidencial Roberto Campa Cifrián. El MC requiere obtener en la elección de diputados el 2.5 por ciento de la votación total emitida para refrendar su acreditación como partido político nacional.

Desde luego que la alianza que más llama la atención es la primera: “Unidos por Baja California”, donde el PAN y el PRD irán juntos. Sería la prueba fehaciente de lo que decía anteriormente: los partidos han coincidido en el centro del espectro político. Lo ideal en este caso sería que quienes impulsaron la alianza difundieran el programa y la plataforma política en la que basan sus compromisos.

Cabe recordar que en 2010 PAN y PRD fueron juntos en algunas entidades del país y les resultó exitoso electoralmente: en Sinaloa, Oaxaca y Puebla ganaron los candidatos aliancistas a la gubernatura. No tuvieron el mismo éxito en Hidalgo y Durango.

Lo interesante es que las alianzas tienen efectos importantes en las candidaturas. Los partidos negocian posiciones como condición para firmar la coalición: candidaturas al congreso, regidurías y alcaldías. Eso implica que muchos de los militantes destacados de los partidos tengan que ser sacrificados con tal de que se acepte la alianza. Los desplazados se convierten en potenciales enemigos de los candidatos de su partido.

Pero la complejidad no termina ahí: las cuotas de género obligan a que no haya más del 60 por ciento de candidatos del mismo sexo. Así, lo que tenemos es una verdadera batalla al interior de los partidos y coaliciones. Un escenario complejo que requiere liderazgos capaces para saber negociar e incluir sin costosas rupturas o crisis internas.

victorae@colef.mx
Twitter: @victorespinoza_

 

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