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1255 15 Febrero 2013

 

Las travesuras de Norcorea
Hugo L. del Río

Monterrey.- Pekín, al parecer, está muy molesto por la bomba atómica que acaba de detonar su protegida, Corea del Norte. Y esta monarquía hereditaria teñida de un débil tono rosado que vagamente recuerda a las banderas rojas de otros tiempos, come del cuenco de arroz que le ofrecen los chinos.

En Corea del Sur como que ya se acostumbraron a las balandronadas y las locuras de la familia que reina en Pyongyang. En breve, la señora Park Geum-Hye tomará posesión de la Presidencia de la República y recién nombró a Yun-Byung-Se como su ministro del Exterior.

El señor Yun desquitará cada centavo de su salario. Por una parte, los políticos sudcoreanos de ala derecha y con intereses en la industria armamentista están alimentando una campaña para convencer a la sociedad de que, para defenderse con eficacia, Corea del Sur necesita construir su propio arsenal atómico.

Los halcones de vuelo más corto se contentan con exigir que el presupuesto militar se eleve a las nubes. Las fuerzas armadas, alegan en el diario ultra Korean Herald, no están en condiciones de hacer frente a lo que sus hermanos del norte llaman “el ejército invencible de la República Democrática”.

Seúl no necesita ni armamento nuclear ni robustecer a sus ejércitos. Para eso tienen como protector a Estados Unidos, a quien le sobran bombas y misiles atómicos, tropas con la ferretería del caso y dólares.

La bomba norcoreana –tercera en la Historia– no les cayó en gracia a los norteamericanos. El Presidente Obama tachó el ensayo como “una provocación” y dejó ir la letanía patriótico-castrense-militar de rigor: lo de cajón. Para qué repetirlo.

Washington no teme que Pyongyang suelte una o dos bombas sobre Corea del Sur: lo que le espeluzna es el programa de los norteños, ya publicado, de construir un misil atómico intercontinental de tamaño reducido y con posibilidad mínima de burlar el radar y los escudos electrónicos. ¿Y para qué quieren ese ingenio los norcoreanos?

Para arrojarlo sobre una gran ciudad norteamericana. “Es insoportable la hostilidad de EU hacia nuestro pueblo”, escribe Korean News, diario de Pyongyang.

El rotativo describe con alegría de kamikaze de 17 años la felicidad que embarga al pueblo de Norcorea: la prueba tuvo éxito. Ahora Estados Unidos lo pensará dos veces antes de atacar. Pyongyang se tomó la molestia de reformar la Constitución para darle un basamento jurídico y legal al estatus del país: “Nación con armas atómicas”.

Y anuncian, los del Norte que, siempre en plan defensivo, pronto detonarán más artefactos termonucleares. Temen, dicen, una agresión. ¿A quién carajos le interesa atacar a Corea del Norte? Al paso que van, pronto se aniquilarán solos, sobre todo si China les retira el apoyo en alimentos y otros géneros.

Y sí, en China están molestos. “Urgimos enérgicamente a Corea del Norte a que cumpla su compromiso no nuclear y no emprenda más acciones que empeoren la situación”, dice un comunicado.

El canciller Yang Jiechi se pasó el día con el teléfono en la mano. Habló con su todavía colega de Seúl, Kim Sung hwan y con el secretario norteamericano de Estado, John Kerry, al igual que con altos funcionarios de Filipinas y Japón.

El gobierno del Presidente Xi Jin Ping está “profundamente insatisfecho” y “se opone con toda firmeza” a las travesuras del “generalísimo” Kim Jong-un, tercero de la dinastía reinante, quien ordenó publicar en la primera página de los escasos diarios que sobreviven, una foto de la agencia Atlas en la que sus generales y almirantes aplauden vivamente el atomicazo.

Desde luego, Corea del Norte no es un rival digno ni siquiera de sus hermanos del Sur –si hacemos abstracción de las armas atómicas–, pero ya hay mucha tensión en esa zona y a nadie le conviene una guerra allá, menos todavía con ingenios nucleares.

Peor aún: en caso de llegar a las manos, China no sería neutral, aunque así lo quisiera. Corea del Norte está en una crisis general –de alimentos, energía, petróleo y todo–, y la respuesta histórica a esos nudos gordianos es la guerra.

Pero, ventajas de la globalización, el cártel que gobierna al mundo tiene muchos otros problemas en regiones muy alejadas de la península coreana. Quizás tengamos un poco de paz, o una guerra en otra región.

 

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