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1255 15 Febrero 2013

 

MALDITOS HIPSTERS
En recuerdo de un perdedor
Luis Valdez

Monterrey.- Lo conocí en la Prepa 1. Como la mayoría de mis compañeros, había interrumpido varias veces sus estudios. Además estaba destinado a ser un perdedor. Una vez me prestó un poemario de Amado Nervo, pero ni eso logró salvarlo.

Ni recuerdo su nombre. ¿Atilano? No, ese era un cristiano que vivía en Sierra Ventana. ¿Gustavo? No, ese era uno lleno de espinillas que se masturbaba (según nos contaba) cinco veces al día. Edgar tampoco, porque ese era un chavo alto y blanco que terminó estudiando biología pero reprobó todas las oportunidades en inglés. Lástima, iba a ser un gran científico.

Creo que con el tiempo los nombres y los apodos dejan de tener importancia. Por ejemplo El Pájaro, El Chino, ya no importan. Lo que importa son sus logros o sus derrotas. Y hablando de derrotas, recordaré al que alguna vez me prestó el libro de poemas de Amado Nervo. Supo que yo estaba interesado en una compañera y me dijo: si lees poesía, con eso la puedes enamorar.  

Pero yo no quería leer poesía, y menos en verso. Yo quería un libro de métodos contundentes para conquistar mujeres. Le regresé el libro ese a los dos días y le dije: está bueno, pero la poesía no es para mí.

La compañera nunca se fijó en mí. Prefirió seguir enamorada de los cuatro Beatles (malditos vejetes). Además, era demasiado estudiosa y yo demasiado güevón. Sabía que en esa preparatoria se podía aprobar el semestre aunque no estudiaras.

Este compañero quiso hacerla de cupido y nadamás no pudo. Era cinco años mayor que los demás y se creía conocedor de la vida. Pero la vida se burló de él cuando tiempo más tarde lo convencieron de meter gente en Amway: una empresa que a manera de pirámide, involucra gente que mete dinero para que los de arriba reciban todo ese dinero. Y a mí nunca me ha gustado involucrar gente. Nunca me animé a meter a nadie en Amway, porque me parecía un concepto para estúpidos. Y todo porque llaman a que te hagas de un proyecto de vida.

“¿Qué es lo que quieres?”, me decía el ahora excompañero. “Si quieres una casa o una empresa o un carro, lo lograrás metiendo gente en Amway, yo te quiero ayudar, porque soy tu amigo, yo quiero que seas un triunfador”.

Y cuando le dije que no quería tener proyectos de vida, el muy cabrón me respondió: “Entonces, ah, tú no tienes sueños”.

Claro, había dado en el clavo el perdedor ese. Mi único sueño era que nada me quitara el sueño.

Lo mandé al carajo y no volví a saber de él en la vida. Tiempo después otro compañero (El Pájaro) me dijo que se lo topó en la Alameda y que lo vio triste, en una banca, diciendo que tenía deudas y no encontraba un trabajo de verdad.

Pobre. No hay peor perdedor que el que no se da cuenta cuando ha caído en la lona.

 

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