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1255 15 Febrero 2013

 

Oposición de a mentiras
Miguel Treviño Rábago

Reynosa.- Sólo el pueblo puede salvar a Tamaulipas. Sólo los electores que concurran a las urnas el próximo 7 de julio pueden escribir una historia diferente en la política de nuestro estado.

Cansados como estamos los tamaulipecos de observar el saqueo de las arcas públicas en los municipios y en sucesivos gobiernos estatales, es hora de hacer valer el poder del voto ciudadano. No hay otra forma dentro de la constitución que ejercer nuestro derecho a elegir a los mejores hombres y mujeres de Tamaulipas, sean del partido político que sean, con tal de que los conozcamos como personas honestas, trabajadoras, con capacidad, con trayectoria política y, sobre todo, con ganas de transformar sus municipios y sus distritos. Y para eso, se necesita tenerle cariño a la tierra donde viven o nacieron.

En plenas precampañas políticas son varias decenas de hombres y mujeres que manifiestan abiertamente sus deseos de convertirse en alcaldes, diputados, regidores y síndicos en los ayuntamientos y en el Congreso del Estado. Pero una cosa son sus deseos y otra muy diferente que los electores de Tamaulipas estén dispuestos a entregarles el poder para representarlos.

No hay que perder de vista que todos los partidos políticos van a postular a lo mejor y lo peor de sus militantes. Y que los métodos de selección van desde el burdo y grosero dedazo, hasta la elección por medio de delegados en asambleas que ellos califican como democráticas. Es obvio que después de tantos años que hemos observado la política y a los políticos, ya superamos el mal hábito de chuparnos el dedo. 

La situación social que se vive en Tamaulipas es grave. Los ciudadanos estamos hartos de ver a los grupos de poder en cada municipio, enriquecerse de una manera descarada y ofensiva, sin que nadie les aplique un freno y mucho menos un castigo. Sexenio tras sexenio y trienio tras trienio, la impunidad se hace manifiesta pues los pillos gozan de cabal salud y viven a todo lujo sin el menor recato. Se burlan así de los electores que ingenuamente depositaron su voto, confiando en promesas que nunca se cumplieron. Palabras que sólo sirvieron para engatusarlos y sacarles sus votos y su dinero.

Ejemplos en Tamaulipas tenemos por montones. Este espacio y muchas páginas más, serían insuficientes para escribir sus nombres y las cifras millonarias que ocultan en bancos, negocios, propiedades, inversiones, etcétera. Lo peor de todo es que esas fortunas salieron de los bolsillos de la ciudadanía. Es decir, nos robaron a lo descarado. 

Si el pueblo lo decide en las próximas elecciones de julio, esas historias ya no se repetirán. Si el pueblo sale a votar por los mejores hombres y mujeres, los municipios se pueden transformar. Pero sobre todo, si la ciudadanía ejerce su derecho a premiar y castigar a quienes lo merecen de una u otra forma, los políticos entenderán que hemos llegado a un punto en que o se comportan decentemente o se van directo a la cárcel. Las elecciones representan la hora de la justicia popular: es la oportunidad de colocar medallas y estrellitas a los bien portados y también de aplicar castigos y mostrar repudio a los indecentes ladrones y mentirosos empedernidos.

Gran parte de la responsabilidad en la selección de los candidatos, recae en los partidos políticos. Son éstas organizaciones las que debieran velar por el bienestar público. Y son también las que debieran demostrar más celo y preocupación en la postulación de hombres y mujeres a los cargos de elección popular. Los partidos pueden actuar como filtros para separar el metal precioso de las impurezas, dicho metafóricamente. Aunque un ranchero norteño diría, “que no revuelvan las preñadas con las paridas”. Que no postulen a los mejores y también nos pidan el voto para tipos que son reconocidos delincuentes metidos a políticos.

Lamentablemente todos los partidos han perdido la confianza de la ciudadanía, porque hemos visto enriquecerse a priistas, panistas, perredistas, verdes, panales, convergentes, pesetas, independientes, comunistas, anarquistas, etcétera, etcétera. Aclaro: hay sus excepciones, pero en la mayoría predomina el deseo de resolver nada más su situación económica junto con su parentela y camarilla que lo acompañan.

Otro fenómeno –por llamarlo decentemente– que se está presentando en Tamaulipas y otros Estados, es el de la simulación que puede identificarse como oposición simulada o ficticia. Es decir, el subsidiar (vulgo: repartir dinero) desde el partido en el poder a candidatos cien por ciento perdedores que desempeñen bien el papel de paleros comunes y muy corrientes. O séase que para consolidar una fuerza política en el estado, se patrocine con mucho dinero a pseudocandidatos y pseudopartidos que fingen competir en las campañas políticas, pero que en realidad juegan a perder. Eso sí, con los bolsillos bien abultados con dinero del mismo pueblo. Y éste es el engaño más vil y sucio que se le hace a los ciudadanos que honestamente se creen los cuentos de una falsa oposición que cobra muy bien en las ventanillas gubernamentales. En un comparativo boxístico, las peleas están más que arregladas. Y esto no es más que un recordatorio familiar a todo el electorado. 

En Tamaulipas ya hemos detectado a la oposición controlada dentro de todos los partidos políticos. La experiencia y la observación ya nos permite detectar en dónde están las peleas arregladas desde las precampañas. Afortunadamente hay hombres y mujeres que van a ganar alcaldías y diputaciones a contracorriente. Si hoy reconocemos que el partido oficial en Tamaulipas es el PRI –donde también existe oposición ficticia–, hay que congratularnos de que el PAN tendrá candidatos auténticos sin subsidio gubernamental.

No podemos decir lo mismo de otros partidos que ya se frotan las manos para recibir los cheques por su desempeño rastrero como paleros y mercenarios al servicio del mejor postor. Su deshonestidad e indecencia no tiene límites. Pero muertos de hambre como siempre lo han sido, cualquier hueso que les avienten es para ellos maná celestial. ¡Pobres infelices!

Nuestro pueblo debe de comparar candidatos y candidatas. No se trata de votar por votar. Se trata de analizar la personalidad de los candidatos, sus familias, su trayectoria, su trabajo, su experiencia, su preparación y sobre todo su comportamiento público en los cargos que han desempeñado. Sabemos que todo lo que hacemos en nuestra vida, lo llevamos a cabo por comparación. Tomamos decisiones comparando lo mejor, lo mediocre y lo peor. En el proceso que se avecina ejerzamos esa capacidad: comparemos candidatos, candidatas y candichafos. No regalemos el voto a los simuladores y buenos para nada.

Tamaulipas necesita salir de un hoyo social, político y económico profundo. La democracia popular tiene que triunfar sobre las imposiciones autoritarias que ya fueron superadas en muchas partes de México y del mundo. Por eso reitero, que si deseamos que las cosas cambien en Tamaulipas y en otros estados, sólo los electores con su voto pueden lograrlo para bien de todos. Más de lo mismo, ya no lo soportamos. 

trabago49@hotmail.com
elobservadorpolitico@hotmail.com

 

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