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1260 22 Febrero 2013

 

La pandilla es primero
Miguel Treviño Rábago   

Reynosa.- Resulta desalentador el panorama político electoral en Tamaulipas. Es notoria la inconformidad entre los militantes de todos los partidos políticos. Si partimos de la base de que en una democracia todas las voces deben ser escuchadas y valoradas, lo que estamos presenciando en la selección de los precandidatos a presidentes municipales, diputados locales, regidores y síndicos, es el ejercicio abusivo y antidemocrático de las dirigencias partidistas.

Estas se han apropiado "el derecho" de postular a sus amigos, parientes, ahijados, recomendados, etcétera; sin el menor respeto por sus compañeros de partido, que son los que finalmente decidirán si van a las urnas o los castigan con su desprecio y su negativa a salir a votar el próximo 7 de julio. 

Y es que los malos ejemplos contaminan. Tal es el caso de las pasadas elecciones presidenciales en donde el IFE no solamente permitió sino solapó toda clase de violaciones a la ley electoral. Todo lo que no se debe hacer, se toleró y en el colmo de la impunidad, ni siquiera se sancionó. Ahora las autoridades electorales de Tamaulipas ya tienen un modelo a seguir. Peor aún es el hecho de que sus funcionarios fueron "electos" también de forma antidemocrática y hasta cierto punto, mañosa y turbia. Vistas así las cosas, lo que menos hay es transparencia e imparcialidad.

¿Qué podemos esperar los tamaulipecos de autoridades electorales impuestas desde las cúpulas del poder en el estado? Es obvio: nada positivo, ni limpio, ni justo, ni apegado a derecho. En éste punto, tendríamos que preguntarnos, ¿vale la pena salir a votar?

El escenario político en Tamaulipas está contaminado. Por un lado los candidatos a los puestos de representación popular son descaradas imposiciones de las dirigencias partidistas y, por otro, el árbitro de la contienda está más que identificado y comprometido con el partido en el poder en Tamaulipas. Como ejemplo tenemos la pomposamente llamadas precampañas que no son más que proselitismo simulado pues los militantes ni siquiera van a votar por nadie.

Tales son los casos del PRI y del PRD, donde ya todo está definido en favor de dos grupos de personas. La opinión de la militancia ni siquiera fue tomada en cuenta. Gobernantes y dirigentes partidistas "palomearon" los nombres de los participantes. Parodiando a López Obrador: mandaron al diablo la democracia. 

En el Partido Acción Nacional "intentaron" guardar las formas pseudodemocráticas anunciando las votaciones de sus militantes para elegir "precandidatos" pero al final la intentona terminó en una batalla campal entre los aspirantes que se acusan mutuamente de prácticas deshonestas, maniobras tramposas, reparto de dinero para compra de voluntades, actos anticipados de campaña, despilfarro publicitario que va rumbo a millones de pesos, violación de normas estatutarias, intromisión descarada de delincuentes electorales, etcétera. Total, al final tenemos un aborto político con grandes posibilidades de fuga de candidatos hacia otros partidos que ya les prometieron un espacio de venganza que –honestamente– les va a destrozar su carrera política.

La democracia brilla por su ausencia en México y consecuentemente también en las entidades federativas. Tamaulipas no es la excepción. Las imposiciones de "precandidatos" han sido descaradas. Esa es la razón por la cual la ciudadanía cae en el desencanto. Y la pregunta obligada es ¿otra vez los mismos? Por desgracia así es. Los mismos de siempre pero cambiando de escritorio. Y es que los hombres del poder no quieren arriesgarse a poner en práctica las más elementales reglas democráticas. Prefieren pisotear groseramente la voluntad mayoritaria, antes que permitir que los "candidatos" surjan de la simpatía y arrastre popular. La partidocracia se ha impuesto sobre la democracia. Coloquialmente hablando: la pandilla es primero. 

Observando estos comportamientos de gobernantes, dirigentes partidistas y camarillas que los acompañan, no podemos alentar muchas esperanzas acerca de los grandes cambios prometidos por el nuevo presidente y su partido de regreso en el poder. Más bien nos empezamos a ubicar en la triste realidad de un país secuestrado por grupos de poder a los que no conviene que nada cambie. Y para eso nada mejor que utilizar a los partidos políticos ya sin ideología definida, para realizar simulacros democráticos que nuestro pueblo ya no se traga. Sin embargo, tarde o temprano, estos juegos y burlas con la voluntad popular van a terminar mal. Un día no muy lejano. No hay mal que dure cien años ni mexicano que los aguante.
               
trabago49@hotmail.com
elobservadorpolitico@hotmail.com

 

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