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1261 25 Febrero 2013

 

EL CRISTALAZO
Apariciones y desapariciones
Rafael Cardona

Ciudad de México.- Luis Miguel Vivanco, Director de Human Rights Watch (HRW) para las Américas se pasea por la “(c)” Omisión Nacional de los Derechos Humanos” con aires triunfales. A su paso las miradas se agachan y los funcionarios se descubren. Sus palabras no sólo son temidas sino también reverenciadas.

El comisionado lo trata con temeroso respeto. Y para ser justo, lo mismo le sucede en el área de DH de la cancillería o en la subsecretaría de Gobernación. Vivanco es una especie de procónsul de los Derechos Humanos. Ordena, reprende, califica y descalifica. 

Cazurro y hábil le regala al gobierno actual la peor calificación posible al gobierno anterior: un desastre, dice, un verdadero desastre. Y mientras eso hace, abre la puerta para sus intromisiones: la actual administración no es responsable del pasado, pero sí lo será (lo digo yo) si no hace cuanto nosotros decimos. El círculo de la perversidad es perfecto.

Vivanco, lo sabe todo el mundo, no representa a Human Rights Watch; es la llamada del imperio y cuando suelta su tarabilla interminable, los títeres pierden la cabeza y los gobiernos modifican sus agendas. 

Durante los últimos seis meses el tema de los desaparecidos, ni siquiera fue materia de comunicados o pronunciamientos de la “(c)omisión” pero cuando Vivanco hizo su aparición para sabotear los festejos del centenario del ejército, entonces el tema se convirtió en un asunto nacional de primer orden.

“El Doctor Raúl Plascencia Villanueva, presidente de la CNDH, sostuvo una reunión de trabajo con el señor José Manuel Vivanco, director para las Américas de Human Rights Watch, quien le entregó el informe denominado "Los desaparecidos en México: el persistente costo de una crisis ignorada"; que dará a conocer durante su visita a México. 

“En dicha reunión José Manuel Vivanco comentó que el informe en cuestión logró documentar 249 casos de los que, en 149 se tuvieron evidencias contundentes sobre la participación de servidores públicos del estado mexicano en las mencionadas desapariciones; y en los demás, no tuvieron elementos suficientes para emitir comentarios concluyentes al respecto, aunque tampoco descartaron su participación. Lo grave de todos los asuntos, señaló Vivanco, es que ninguno ha sido investigado por las autoridades encargadas de procurar justicia, lo que favorece, en gran medida, la impunidad.

“Por otra parte, lamentó profundamente el hecho de que algunas autoridades obstaculizaran el trabajo del organismo nacional al no aceptar sus recomendaciones, no proporcionaran información requerida, y en algunos casos, desviaran el sentido de las evidencias; por ello, refrendó su compromiso de estar muy pendientes de las acciones emprendidas por el estado mexicano en éste y otros temas como el arraigo, vinculados con la seguridad pública; así como trabajar de la mano con la Comisión Nacional de los Derechos Humanos.

“El Doctor Raúl Plascencia Villanueva agradeció la visita de HRW a la Comisión Nacional de los Derechos Humanos y reiteró la importancia de hacer del tema un compromiso común”. 

Pero ese compromiso común no tenía relevancia antes, al menos no como materia de comunicación frecuente. Los 200 más recientes comunicados de la CNDH hablan de otras muchas materias, no de las desapariciones, en cuya contabilidad , por otra parte, el gobierno ha mostrado la profundidad del desastre anterior. 

Los datos chocan unos contra otros, cada dependencia juega por su lado y no hay coincidencia entre la desmantelada Procuraduría General de la República y la maltrecha Secretaría de Gobernación, cuya continuidad institucional en el “felipato” fue una absoluto caos, ya fuera por remociones (Ramírez Acuña y Gómez Mont) o por defunciones (Mouriño y Blake). Pero Gobernación (por eso fue necesario prácticamente refundarla) no tuvo rumbo, ni idea, ni logros reales hasta ir a dar a las inexpertas manos de Poiré, con lo cuál conoció el sótano de la calidad política en una circunstancia sobre la cual el PAN mucho sabe.

En Educación Pública, por ejemplo, los secretarios de antaño mostraban obras de orgullo nacional. Agustín Yáñez (Las tierras flacas), por ejemplo; Torres Bodet (El corazón delirante), por si algo faltaba. Ante esa contundencias cultural, Acción Nacional mostraba el libro de la viudez de Josefina. V.M. 

Pero el asunto es cómo la incorporación de las desapariciones por parte de Vivanco. Inc., hizo aparecer por arte mágica el tema en la conciencia de los servidor mexicanos. El caso más notable es el de Lía Limón quien al parecer hizo mucho por su futuro cuando decidió estudiar relaciones internacionales en lugar de contabilidad. Las cifras no son lo suyo.

Veamos: “La base de datos con la que cuenta el gobierno federal tiene registrados a mas de 27 mil personas reportadas como desaparecidas en México, informó la subsecretaria de Asuntos Jurídicos y Derechos Humanos de la Secretaría de Gobernación, Lía Limón.

“En este sentido, la funcionaria adelantó que a partir del próximo lunes se podrá contar con un registro preliminar del padrón de desaparecidas en México, ‘con nombre y apellido’ que partirá de una base de 27 mil casos (El semanario)”.

Pero al poco tiempo las cosas ya no fueron de ese modo:
“Óscar Vega Marín, ex secretario ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública, negó los 27 mil casos de personas desaparecidas que refirió la subsecretaria de Gobernación, Lía Limón, y aseguró que el único listado que se dejó en el sexenio pasado contabilizó 5 mil 319 casos, los cuales engloban más de una década.

“El ex funcionario, encargado de elaborar la lista de desaparecidos durante la administración de Felipe Calderón, envió una carta a los medios de comunicación en la que admitió que entre 2006 y 2012 dicho órgano “reportó un limitado avance en la corroboración de la información” proporcionada por los gobiernos estatales para construir el Registro Nacional de Datos de personas Extraviadas o Desaparecidas, como lo establecía la ley.

“En ese sentido, rechazó lo divulgado por los diarios estadunidenses The Washington Post y Los Angeles Times, que aseguraron haber obtenido las cifras de las propias autoridades mexicanas.

“Por ello, expresó: ‘rechazo categóricamente la existencia de la lista a la que aluden distintos medios de comunicación, nacionales e internacionales, con base en supuestas filtraciones por parte de la Procuraduría General de la República (PGR)’”.

Pero si las cosas no fueran lo suficientemente ambiguas, aparecen también las declaraciones del secretario de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong, cuya función lo obliga a ser uno de los mejor informados del país. Ni lo uno, ni lo otro. 

“La Secretaría de Gobernación no tiene una lista oficial de desaparecidos, pero la está elaborando; ‘sí sabemos que se cuentan por miles’, aclaró el titular de esa dependencia, ‘tenemos que hablar de todos los que se reclamen, no importa si son los últimos seis años, no importa si son los últimos dos meses, no importa si son más de seis años, tenemos que hacer una lista que vamos a entregarle a todos los medios de comunicación y a todos los mexicanos’.

“La que se nos otorgó por una organización internacional es los casos que ellos investigan, los casos que ellos tienen documentados y que nos hacen llegar para que nosotros podamos también llegar hasta sus últimas consecuencias en esta búsqueda”, explicó (OEM).

Pero si bien las desapariciones (al menos esas cuya materia forma parte del asunto relacionado con los DH) guardan relación profunda con los abusos del poder; el secuestro delictuoso por parte de bandas u organizaciones criminales, con fines de reivindicación política o pura extorsión, hay otras historias de notables desvanecidos a quienes también se les presta atención.

El desaparecido más famoso del mundo (fugitivo, le dirían otros; forajido, los más) es don Chapo “Forbes” Guzmán, quien a pesar de ser el perseguido más célebre del obre, se mantiene en el oscuro páramo de la desaparición voluntaria. 

Y si usted cree en el escaso profesionalismo de las autoridades mexicanas, pues vaya y de una vueltecita por Guatemala, donde se acaba el Tercer Mundo y empieza, ¡el cuarto! 

Vaya “oso” del ministro de Información de allá, Mauricio López. Tan ridículo como el afán “tuitero”. Puro rollo, pura pacotilla.

 

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