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1262 26 Febrero 2013

 

Roben, muchachos
Hugo L. del Río

Monterrey.- ¿Para qué sirven los diputados del Congreso local? Para muchas cosas. No es cierto que sean inútiles. En primer lugar, elevan nuestra autoestima. ¿Qué es eso de compararlos con sus colegas de Estados Unidos, Europa y sabrá Dios qué otras caricaturas de naciones tercermundistas? Primero México, después México y siempre México.

En México está el futuro, como diría el chapo Guzmán. Europeos y gringos tienen que justificar cada dólar o euro que gastan. ¡Vaya manifestación de primitivismo! Es más, deben rendir cuentas a sus electores e incluso visitar sus distritos. Los nuestros calientan la curul y nos roban, pero lo hacen de una manera tan burda –claro que la carga neuronal no les da para mucho– que nos desternillamos de risa, aunque nos dejen en la calle.

Mis pequeños diputados han aprendido las lecciones de los últimos dos gobernadores de Nuevo León, pero les falta imaginación, necesitan más empuje. Se limitan a meter la mano en la caja del billete sin gracia, sin estilo. A las damas y caballeros de la Legislatura de NL les propongo que inventen un nuevo impuesto: que nos quiten un peso al día a todos y cada uno de los cuatro millones y medio de nuevoleoneses. Hasta los marginados aceptarán el nuevo impuesto: es tan módico. Los únicos que van a protestar son los sampetrinos, pero a regañadientes y como sea tendrán que pagar. ¿Y cómo justificar  el gravamen? Cosa más sencilla, chico.

En Monterrey respiramos un aire envenenado. La palabra “oxígeno” hace rato pasó a ser un arcaísmo. Ergo, la marmaja se usará –bueno, en teoría– para limpiar la atmósfera o algo así. ¿Quién se va a oponer?

Va de nuez otra sugerencia: que Auditoría controle las mordidas de los tránsitos y éstos paguen a los diputados el 50 de su modesto ingreso. Esto de subirse el sueldo hasta niveles que ni sueñan los gringos o europeos es un buen ejercicio, pero insuficiente. Pueden autorrecetarse un sueldo de un millón de dólares al mes, con un diez por ciento adicional para los legisladores del PAN y las “izquierdas” por su comprensión y solidaridad.

Al momento del despojo no hay banderías ni diferencias ideológicas que valgan la pena. Los padres conscriptos nacieron para el hurto. Eso, por favor, lo sabemos desde antes de que los chinos construyeran su muralla. Pero, criaturas del Señor, háganlo con donaire.

Vamos, a soñar despiertos y hacer realidad las quimeras, que esto dura no más tres años. Hagan lo que gusten, pero por favor no se pongan a legislar, que ya bastante jodidos estamos. Sé, pequeñas y pequeños míos, que se sisarán las cajas de clips, el papel sanitario, los micrófonos et al. Háganlo, para eso están. No se les pide discreción: sólo exigimos un mínimo de elegancia.

Si en todo México los sindicatos y algunos partidos políticos forman parte del patrimonio de esta o aquella familia –“familia” en el sentido siciliano– por qué les vamos a negar a los diputados que aprovechen el edificio de la Legislatura como cueva de Alí Babá donde pueden, incluso, planear quedarse con el Cerro de la Silla para venderlo a Arabia Saudita o a Berlusconi.

Roben, muchachas; roben, muchachos. El tiempo se acaba.

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