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1262 26 Febrero 2013

 

MALDITOS HIPSTERS
Artistas de pueblo
Luis Valdez

Monterrey.- Estoy harto de los poetas que dicen un par de frases y jalan a sus familiares y cuates a un evento, convirtiéndose (según ellos) en los artistas más taquilleros del pueblo, donde escribir bonito es su fórmula.

Sí, estoy harto también de las maestras de secretariado que jalan a sus alumnos a sus eventos para que le hagan preguntas sobre cuándo comenzó a escribir o cómo le hace para escribir cosas tan bonitas. Esas son simplonerías que no enriquecen un evento. Y una de las peores cosas es que con eso demostramos que lo más importante, para muchos seudoescritores, es jalar público para lucirse.

Así es, lucirse como el caballero de la voz de plata, el intelectual de rancho, el que es conocido por gente de la gran ciudad porque alguna vez fue y comió con gente importante. Pero esas son leyendas inflamadas para que la gente que no viaja más allá de los cerros, quede admirado por el artista del pueblo.

No saben si el artista del pueblo paga inscripción en un encuentro de poetas en Cuba o Sudamérica para que lo acepten y tengan que tolerar sus ocho minutos de declamación. No saben si el artista de pueblo paga una renta en una galería de arte privada para que le dejen enseñar sus cuadros y malformidades escultóricas (en Nueva York hay infinidad de esas), o si le paga a un editor independiente para que le haga un libro con sus poemitas (sin tallerear) y, peor aún, le consigan por otra lana a un famoso que le escriba un prólogo.

Ser artista de pueblo no da dinero pero sí fama. Al menos fama en el pueblo mismo. Pobres de aquellos que prefieren ser famosos en vida, sin imaginarse que en cuanto mueran, sus libros serán dados a los puercos o servirán para limpiarse el trasero. Por querer cumplidos y sonrisas, su nombre pierde el respeto y si acaso llega a ser recordado, será con una sarta de burlas.

 

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