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1266 4 Marzo 2013

 

LA SOCIEDAD DEL CONOCIMIENTO
Salvar la educación
Edilberto Cervantes

Monterrey.- La aprehensión e inmediata destitución de Elba Ester Gordillo se realizaron con agilidad. La disposición de la maestra a que en su epitafio se leyera: “Aquí yace una guerrera”, pudo interpretarse como advertencia de su intención de ir a la confrontación a fondo en contra de la reforma a la constitución en aspectos que afectan el arreglo tradicional de contratación y promoción de los maestros.

El desgaste político de “la maestra” era ya evidente. Se encontraba bajo fuego graneado en los medios de comunicación ya desde hace tiempo, pero sobre todo cuando producto de su debilitamiento hubo de divulgar que ella había pactado con Calderón en las elecciones del 2006. Para Calderón, que había perdido toda credibilidad, la asociación con “la maestra” era otro elemento de desdoro.

Las preguntas que han surgido desde la aprehensión se centran en si se trata de un hecho aislado o se seguirán de frente contra otros liderazgos; si se trata de una línea de política que trata de recuperar poder para el estado (gobierno en turno) o si sólo se aplicará cuando los planes y proyectos estratégicos del gobierno se encuentren obstaculizados por organizaciones o grupos de poder fáctico. ¿Se reemplazará el viejo liderazgo por uno nuevo pero igual?

De inmediato resurgió un tema que hacía tiempo se había alejado de la discusión pública: el corporativismo a la mexicana. La crítica hacia el régimen corporativo que desarrolló el PRI desde los años treinta y que se mantuvo hasta los años ochenta del siglo pasado fue una bandera de la oposición y del propio PAN.
    
El corporativismo fue un efectivo mecanismo de control y apoyo político al régimen que reivindicaba para la Revolución Mexicana una vocación popular y a favor de los trabajadores.

“Su efectividad se basó en mecanismos de intercambio que incluían, para los agremiados, mejoras en su nivel de vida y estabilidad en el empleo; para las dirigencias, permanencia, poderes distributivos y participación política; para los gobiernos, control y articulación de demandas y apoyos así como certidumbre y estabilidad” (Amparo Casar, Nexos, 01/12/1991).

El derrumbe en los años setenta del modelo económico, basado en la sustitución de importaciones y orientado al mercado interno, provocó también un debilitamiento de la capacidad del gobierno para compensar la lealtad política de los grandes gremios. Los espacios de representación en el poder legislativo o en puestos de elección también se fueron reduciendo a medida que el PRI le reconoció espacios electorales al PAN. 

Las privatizaciones en los años noventa convirtieron a poderosos sindicatos de empresas públicas, como Ferrocarriles Nacionales o Teléfonos de México, en sindicatos de empresa. A la CROC y a la CTM, entre otras grandes organizaciones, Zedillo les retiró la simbólica presencia política que significaba el desfile del primero de Mayo.

La historia de la maestra Gordillo se entrevera en la crisis del modelo corporativista mexicano y la condición singular de un gremio que cumple una función pública de la mayor importancia social, económica y cultural. Al igual que a las demás centrales sindicales la llegada de los gobiernos panistas no les significó más que una reivindicación de institucionalidad. La maestra lo expresó muy bien: el SNTE es leal con el Presidente de la República, no importa de cuál partido sea.

Pero la maestra fue un poco más allá, sus maniobras y negocios político-electorales ya poco tenían que ver con el SNTE o con la educación, aunque sí con ganancias políticas y sobre todo plazas laborales y apoyos económicos para el gremio.    

Desde el gobierno de Fox, la maestra amplió su campo de acción más allá del SNTE. Participó en la escisión de la FSTSE (los sindicatos de las dependencias del gobierno federal) y marcó su influencia en una de las dos fracciones en que se dividió. Se le autorizó, hay que decirlo de alguna manera, un partido político nacional, el cuál, como todos los demás, recibe recursos públicos para su funcionamiento; el Panal siguió una política de alianzas cual más pragmática. Además, en el gobierno federal se le otorgaron posiciones de primer nivel e importancia y en la propia Secretaría de Educación. Su peso e influencia a nivel nacional le permitía entrar en negociaciones directas con los gobernadores.

Los acuerdos de la maestra con Fox y Calderón le permitían tomar la iniciativa y ser ella la que apareciera proponiendo al gobierno las políticas a seguir en materia educativa y sobre todo en cuanto a las promociones para los maestros.

Hacer política partidista y jugar al poder, desde una posición sindical que fue evolucionando y cuyo último escalón fue colocarse como líder vitalicia, ocuparon su atención mucho más que la responsabilidad con el proceso educativo y sus resultados.

El hecho contundente es que después de años de dominio absoluto en los asuntos educativos, las evaluaciones internacionales y las nacionales muestran un estancamiento en niveles muy bajos de rendimiento escolar.

En los últimos años se crearon asociaciones civiles cuyo punto central de atención es el bajo rendimiento escolar y su principal objetivo de ataque ha sido la maestra. Hasta se filmó una película cuyo propósito didáctico era mostrar el desastre educativo nacional.

Ahora que la maestra se fue, se escuchan voces de esas asociaciones decir: ahora sí se va a poder mejorar la educación pública.

Este pensamiento mágico no tiene mayor sustancia. Es la misma lógica que la de la guerra perdida.

Suponiendo que así fuera, habría que preguntarles cuándo empezarán a mejorar la educación privada. Porque las evaluaciones y bajo rendimiento no hacen gran distinción entre las escuelas públicas y las privadas. La politización partidista acabó afectando a todo el sistema educativo público y privado y no sólo en la educación básica.

 

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