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1272 12 Marzo 2013

 

LA SOCIEDAD DEL CONOCIMIENTO
La mujer en la economía mexicana
Edilberto Cervantes

Monterrey.- A propósito del Día Internacional de la Mujer se publicó diversa información sobre el “papel de la mujer en la actualidad”. Uno de los aspectos que se destaca es el de su participación en el mercado laboral, ámbito en el que se señala ha logrado avances. También se reconoce una mayor participación en la política y en ciertos oficios con tradición fuertemente masculina como la policía y el ejército.

Desde que se celebró la histórica reunión en Beijing, en la que se planteó la igualdad de la mujer con el hombre como un compromiso internacional, la definición y sobre todo la aplicación del concepto de equidad ha sido materia de debate y desilusión. La solución de compromiso fue que la equidad y cómo lograrla sería un asunto interno de cada nación o país. Por lo que la interpretación de qué es equitativo y la velocidad para alcanzarlo quedaron a criterios y posibilidades de cada sociedad nacional. En lugar de la uniformidad se postuló la pluralidad como válida en este caso.

Se podrá argumentar que el concepto de equidad es más o menos el mismo si nos referimos al llamado mundo occidental; aunque las diferencias en el rol social de la mujer son amplias, si comparamos las prácticas culturales de las sociedades europeas con los machismos prevalecientes en América Latina, con todo y sus grados y excepciones. Pero qué tal si la comparación se hace entre occidente y las sociedades del medio oriente y el oriente, las diferencias son de extremo; la cultura impuesta por los criterios religiosos o los de casta van por encima de los de tipo económico o social.

Se acepta en general que el hombre disfruta de oportunidades, roles y posiciones de predominio sobre la mujer en casi todos los ámbitos de la vida social, económica y política. Sin embargo, el modelo de equidad que nos hemos impuesto en México no tiene ni fechas ni calendario de cumplimiento. Se considera deseable abrir oportunidades a la mujer; pero cuando las estadísticas de ocupación muestran que en igualdad de posiciones y responsabilidades la mujer recibe un pago mucho menor que el hombre nadie señala foul o marca algún castigo.

El hecho de que 40 por ciento de los hogares en México tiene jefatura femenina, se plantea como un reflejo del aumento de su participación de la economía, cuando también puede verse como una quiebra de las familias. La familia mono parental no es necesariamente un caso de desarrollo social.

Un estudio realizado en Francia hace algunos lustros mostraba que la mujer que trabaja cumple una jornada doble y hasta un triple rol. Además de cumplir con su empleo, también sigue haciéndose cargo del trabajo doméstico, de la crianza de los hijos y de la atención al marido. Así que el ingreso de la mujer al mercado laboral no es con mucho una solución con ventajas.

Las posibilidades de encontrar un empleo aumentan con un mayor nivel educativo; o al menos eso se dice. El nivel educativo de las mujeres en México se ha elevado en los últimos años, lo que se aprecia como un avance en la equidad de acceso a la educación. Sin embargo sucede como con los hombres, el 38 por ciento de las jóvenes con licenciatura no ejercen su carrera. También el salario de las profesionistas está castigado; dos de cada tres profesionistas ganan menos de tres salarios mínimos.

El trabajo en el capitalismo industrial del siglo XIX consistía en la explotación de la fuerza de trabajo humano directo. Era un desgaste físico que en las condiciones tecnológicas de aquel tiempo apenas el hombre podía soportar. No obstante, la historia social narra cómo en la época de auge industrial comercial se incorporó al trabajo en las fábricas a niños y mujeres. En el siglo XXI el avance tecnológico ha hecho posible la automatización de muchas de las tareas repetitivas y el desgaste físico se ha suavizado un tanto (no sucede lo mismo con el desgaste psicológico); así que ahora pareciera facilitarse la participación de la mujer en las actividades productivas; la de los niños continúa siendo censurada, pero forma parte de nuestra realidad; allí está el trabajo infantil en países del sureste asiático fabricando artículos cuyas marcas son de “prestigio” internacional.

Tampoco es raro que el 60 por ciento de las mujeres que trabajan en México se ubique en el llamado “sector” informal. Estar en el “sector informal” es estar fuera de contrato, fuera de la protección social, sin derecho a jubilación. Ante la escasez del mercado formal, aquí si el trato es equitativo, la informalidad es la salida posible, de hombres y mujeres, para la necesidad de generar ingresos para la familia.

¿Hasta dónde se puede hablar de un cambio cultural de tal forma que el hombre y la mujer en México se den un trato realmente equitativo?

 

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