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1272 12 Marzo 2013

 

Un Nuevo León ganador
Hugo L. del Río

Monterrey.- Rodrigo Medina no tiene remedio. Es un hombre sin sensibilidad política, refractario a la autocrítica y proclive a saludar con sombrero ajeno. No podría decir cuál es el peor de sus defectos. Quizás lo sea el desprecio no disimulado hacia las personas marginadas. Supongo que, para él, son los “losers”, los perdedores. Y él es un triunfador.

Un ganador puntual como el ferrocarril inglés para llegar tempranito a la tele a insistir que Nuevo León, gracias a su gobierno, es la versión actualizada del paraíso. Desde luego, no observó la misma puntualidad para acudir a la cita con los adultos mayores y ancianos congregados, algunos, desde las tres de la madrugada, para –la ilusión viaja a pie– tramitar el cobro de la fabulosa cantidad de 525 pesos mensuales que el Presidente Peña Nieto acordó, en su generosidad, regalarles.

Eso no es apoyo social a gente necesitada de la tercera o cuarta edad: es una manipulación cínica y degradante. Para completar el cuadro, el niño gobernador, quien en la tele habló como si el mezquino programa fuera de su autoría y los dineros fuesen a salir de su bolsa, hizo esperar a los viejitos en una manifestación de prepotencia. Si van a recibir limosna, deben tolerar y aceptar la humillación.

Estas personas de avanzada edad tienen muchos problemas para desplazarse de una parte de la metrópoli a otra y en la madrugada, todavía hasta las seis o siete de la mañana, hacía algo de frío. Pero cómo iba Medina a desaprovechar la oportunidad de mostrar su desdén hacia este segmento de la sociedad. Si Peña Nieto –también Napoleón tuvo sus cien días, que terminaron en Waterloo–, copete a proa, promete transformar a México, no nos está diciendo nada nuevo.

Todos los Presidentes de México han dicho lo mismo. Y Medina, sin tanto aspaviento, está transformando a Nuevo León en una enorme montaña de pudrición moral empapada en sangre. Y de paso, impone su jerarquía para denigrar a seres humanos quienes por serlo tienen dignidad y merecen respeto. Pero así es el hijo de don Humberto, así lo educaron: qué le vamos a hacer.

Pie de nota
Estamos perdiendo la guerra contra el crimen, tanto el organizado con el desorganizado. La tragedia del salón de fiestas donde los sicarios mataron a un niño de cinco años y a otra persona, además de causar lesiones a otras más, confirma que en los tres niveles de gobierno no tienen idea de lo que están haciendo ellos, los burócratas, y los malos. En Reynosa hubo balacera en grande con estallido de granadas y toda la cosa. Lamentablemente, perecieron dos inocentes –según la información oficial–, entre ellos, un niño. Hablamos de una ciudad fronteriza que figura, además, en el mapa del petróleo. Si el Estado mexicano no protege la frontera norte ni a Pemex, que nos da de comer a todos, entonces, a qué le tiras mexicano.

 

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