Suscribete
 
1273 13 Marzo 2013

 

El minicuento cubano
Eligio Coronado

Monterrey.- ¿Cuántas palabras se requieren para escribir una historia? Usualmente las necesarias. Pero, ¿cuántas son las necesarias? Pues las que hagan convincente la historia. Algunos autores piensan que entre más palabras es mejor, pero eso es incorrecto.

Una historia demasiado larga, con pretensiones de eternizarse, puede generar más aburrimiento que interés. En cambio, una historia con las palabras precisas nos hará buscar más textos del mismo autor.

En Mini, micro y nano cuento cubano, número especial de la revista Papeles de la Mancuspia, coordinado por Ihoeldis Michael Rodríguez y María de Jesús Rodríguez Flores, los autores sí sopesaron las palabras y emplearon sólo las requeridas por sus historias.

Claro que en los microtextos hace falta aguzar el ingenio para decir mucho con poco y no aturdir al lector asestándole todo el diccionario. Prueba de esto es Guillermo Cabrera Infante: “!Ay, José, así no se puede! / !Ay, José, así no sé! / !Ay, José, así no! / !Ay, José, así! / !Ay, José! / !Ay!” (Canción cubana, p. 1).

En este caso, el autor aplica el recurso de la reducción del verso que nos lleva a diferentes etapas del proceso amatorio: desde la negación (“!Ay, José, así no se puede!”) hasta la aceptación (“!Ay, José, así!”), para concluir en la consumación (“!Ay!”).

Otro tipo de ingenio, más elaborado, lo hallamos en Évora Tamayo: “El último hombre sobre la tierra esperó pacientemente a que el semáforo pusiera la luz roja para cruzar la calle desierta” (Persistencia, p. 1). También Javier Rabeiro lo consigue: “No sabía leer, pero aún así deseaba luchar contra los gigantes disfrazados de molinos de viento” (Intuición, p. 4). En cambio, el ingenio de Mildre Hernández Barrios resulta poético: “Cuando descubrieron que tenía pájaros en la cabeza, llenaron sus días de jaulas” (Censura, p. 1).

Por otra parte, es interesante el enfoque de Rafael Grillo en “El caso “Facebook-Borges” (p. 3): Un hombre pone un anuncio en esta red social: “se busca asesino para Borges”. Y de inmediato algunos personajes del célebre argentino envían sus comentarios (Pierre Menard, Emma Zunz, El Hombre de la Esquina Rosada, etc.). Al final, el que muere es el otro Borges. Tiene lógica, pues ya el propio Borges había escrito en ‘Borges y yo’: “Al otro, a Borges, es a quien le ocurren las cosas”.

Entre esta multitud (42) de autores isleños (Reinaldo Arenas, Eliseo Diego, Virgilio Piñera, José Manuel Poveda, Pedro Juan Gutiérrez, Eduardo del Llano, Adriana Normand, Jorge Enrique Lage, et al) sobresale el texto de Kevin Fernández: “Gallina”, a la cual “El porvenir le reservaba tres destinos: ser devorada (…) por un zorro (…); ser cocinada” (por su dueño) o “ser aplastada por un tren”. Pero nada de eso le sucederá pues “el porvenir (…) no sabe qué hacer con ella” (p. 3).

No cabe duda que estos autores sí supieron encontrar la extensión exacta de sus textos sin derrochar palabras de más: “Cansado, bajó de la cruz y se fue a predicar entre los niños. Los niños, jugando, volvieron a crucificarlo” (Vladimir Bermúdez: Contumacia, p. 4).

Ihoeldis Michael Rodríguez y María de Jesús Rodríguez Flores, coords. Mini, micro y nano cuento cubano. Monterrey, N.L., Papeles de la Mancuspia núm. 49, noviembre 2012. 4 pp., ilus. por Antonio Ferrer Estiú “Guarionex”.

 

Su nombre :
Su correo electrónico :
Sus comentarios :

 

15diario.com