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1276 18 Marzo 2013

 

Por esos montes y riberas
Hugo L. del Río

Monterrey.- Es poco envidiable el peso de las responsabilidades que lleva sobre sus hombros Francisco I. De acuerdo: es fan de Borges, le gustan el tango y el futbol, es austero y todo eso. Se sabía, desde luego, que desde antes de ganar la votación ya se armaban intrigas en su contra. Pero, honestamente, no esperábamos este esfuerzo de sus enemigos por vincularlo con la dictadura militar que sufrió Argentina.

También sorprende la débil, ineficaz defensa que hace el vocero vaticano Federico Lombardi. Actualmente, 44 militares están siendo juzgados por crímenes de lesa humanidad. Ayer, estos verdugos se presentaron ante el tribunal con escarapelas con los colores de la Santa Sede y sonrisas de satisfacción. Un abogado de la Fiscalía, Hugo Vaca Narvaja dijo que “Bergoglio ha sido su padre espiritual”, y la colega Marta Platía, del bonaerense Página Doce escribió que el nuevo Pontífice “tiene su hinchada” en esa escoria de uniforme y entorchados.

Alguien trató de usar a dos jesuitas que fueron torturados en la siniestra ESMA (Escuela de Mecánica de la Armada), supuestamente después que el entonces provincial de la Orden, el actual obispo de Roma, les retiró la licencia. Pero el tiro falló. Francisco Jalics, quien junto con su compañero Orlando Yorio fue supliciado en 1974, manifestó ayer que no tiene elementos de juicio para vincular al jefe del Estado vaticano con los torturadores de la dictadura. Y un hombre a quien nadie puede ni en delirio asociar con la derecha, el sacerdote Guillermo “Quito” Mariani, de los famosos curas rebeldes tercermundistas de Córdoba, señaló que el señor Bergoglio “no puede identificarse con la causa de los represores”.

El Nobel de la Paz Pérez Esquivel, ganador de merecido respeto por su lucha contra los dictadores, coincidió en que el Sumo Pontífice nada tuvo que ver con matanzas y vejaciones. En mi humilde opinión, basta y sobra con lo dicho por Pérez Esquivel para aceptar que hubo y hay una ancha y profunda brecha entre el ex arzobispo de Buenos Aires y los generales y almirantes que mandaron asesinar a 30 mil argentinos.

Pero es un asunto muy delicado, y asombra que el señor Lombardi, hombre muy ducho en estos menesteres, haya salido con que se trata de una conspiración de la izquierda radical y anticlerical. No; esa izquierda radical ya no existe y nunca fue anticlerical: eso de anticlericalismo queda para un tramo de la pequeña burguesía. En cambio, los adversarios del Papa argentino son reales y más, mucho más peligrosos de lo que fueron los más enérgicos izquierdistas, todos ellos ahora sombras de una legión de héroes.

Es un asunto muy serio y el Vaticano debe ir al fondo para despejar la mínima duda. Francisco I no puede empezar su reinado bajo la mínima sospecha. No se lo merece. Al margen de nuestras creencias religiosas o en ausencia de ellas, debemos entender que en buena medida, el Trono de Roma también participa en decisiones que, para bien o para mal, interesan a todos los pueblos. Démosle a Francisco I la oportunidad de empezar su tarea en un clima de confianza y buena voluntad. Que acompañe al hermano iberoamericano el canto de nuestra Sor Juana: “…Iré por esos montes y riberas / ni cogeré las flores / ni temeré las fieras”.

 

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