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1281 25 Marzo 2013

 

ANÁLISIS A FONDO
Los retos de Peña
Francisco Gómez Maza

Dinero contante y sonante en la cartera
Rescatar la economía informal para el fisco

Ciudad de México.- Desempleo, empleo subterráneo, inflación, poder de compra de los trabajadores, los retos reales que tiene que afrontar, como lo ha hecho con las reformas estructurales –laboral, educativa, telecomunicaciones y las que vienen– el presidente Enrique Peña Nieto.

La llamada TD (Tasa de Desocupación) fue de 5.27 por ciento en enero, 0.25 puntos arriba de diciembre, según el Instituto Nacional de Estadística y Geografía. La comparación anual muestra un aumento en la TD (5.42 vs 4.90) en enero con relación al enero del año pasado.

Pero algo grave, porque el erario deja de percibir un importantísimo monto por impuestos, es el empleo subterráneo. La Tasa de Informalidad Laboral –la suma de los que son laboralmente vulnerables por la naturaleza de la unidad económica para la que trabajan– se ubicó en 59.48 por ciento de la población ocupada, en tanto que un año antes su valor fue de 60.42.

La Tasa de Ocupación en el Sector Informal –los que trabajan para empresas no agropecuarias, operadas sin registro contable– representó el 28.98 por ciento de la población ocupada, una ligera baja en comparación con enero de 2012, de 29.02 por ciento.

O sea que prácticamente la mayor parte de la población empleada –el 94.58 por ciento de la Población Económicamente Activa (PEA)– lo está en el mercado informal, sin protección de la seguridad social, sin beneficios sociales, vacaciones, prestaciones, antigüedad en el trabajo, entre otros.

En México, 6 de cada 10 jóvenes tienen un empleo, pero en la informalidad. El salario es inferior al normal por ser jóvenes, de acuerdo con la Organización Internacional del Trabajo. En el país hubo un incremento en el número de trabajos informales, que llegó a 54.2 por ciento de la PEA, cifra superior al promedio en Latinoamérica, que es de 47.7 por ciento de la población urbana en la informalidad, en tanto que en Brasil, la primera economía latinoamericana, el empleo en el sector informal se situó en 38.4 por ciento.

Por lo que se refiere al verdadero “impuesto de los pobres” –la inflación, o incremento sostenido de los precios–, el propio INEGI acaba de informar que en la primera quincena de marzo, la carestía, medida por el Índice Nacional de Precios al Consumidor, registró un incremento de 0.52 por ciento, con lo que la tasa anual se ubicó en un 4.12, superior al 2.72 por ciento del mismo periodo de 2012.

En abril venidero, como lo acaba de informar Banamex, se espera un mayor repunte inflacionario. El pico de la inflación general anual, anticipado para abril, será cercano al 4.3 por ciento, aunque la expectativa de los analistas para fin de año es de 3.6 por ciento para la inflación general y de 3.3 por ciento para la subyacente. La subyacente es la referida a productos y servicios básicos.

La inflación corroe de manera brutal la capacidad de compra de los trabajadores. Entre 2006 y 2012, el poder adquisitivo del salario mínimo cayó 43.1 por ciento, para registrar una pérdida acumulada, en 25 años, del 79.11 por ciento, de acuerdo con el Centro de Análisis Multidisciplinario (CAM) de la Facultad de Economía (FE) de la Universidad Nacional Autónoma de México.

En diciembre de 2006 con una percepción mínima era posible adquirir 4.2 kilos de huevo. En agosto pasado, el volumen cayó a 1.69; es decir, 2.51 kilogramos menos, un desplome de más del 50 por ciento. En el caso de la tortilla, fundamental en la mesa de los mexicanos, en el lapso referido se dejaron de comprar 2.17 kilogramos con el mismo ingreso; con relación a las piezas de pan, la pérdida fue 16; de frijol, tres kilogramos; de leche, 1.26 litros, y de aceite, 940 mililitros.

Ahí lo ven.

fgomezmaza@analisisafondo.com

 

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