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1283 27 Marzo 2013

 

HORIZONTE CIUDADANO
Un periodo diferente
Rosa Esther Beltrán

Saltillo.- Se iniciaron las vacaciones y me parece que el país entró en una dinámica dual; por un lado están los que comenzaron con febril entusiasmo su etapa de relax, unos con el propósito firme de descansar, recuperar energías y cobrar nuevos bríos para continuar después con el trabajo cotidiano; otros con el afán de divertirse hasta el límite.

Por otro lado están los que consideran que este tiempo es de reflexión y conversión religiosa para esperar la etapa del resurgimiento, de la vuelta a la vida, la resurrección. Esos extremos se alejan cada vez más e inducen la crisis de civilización que vivimos.

Gilles Lipovetsky, sociólogo y filósofo francés, sostiene que la cultura individualista que glorifica el ego está profundamente arraigada en esta época; la era del deber rigorista se ha eclipsado en beneficio de una cultura inédita que prefiere el bienestar a las obligaciones supremas del ideal, la exigencia del sacrificio ya no aparece, se repudia la retórica del deber austero e integral y se consagran los derechos individuales a la autonomía, al deseo, a la felicidad.

La civilización del bienestar consumista ha sido la gran enterradora histórica de la ideología gloriosa del deber, disolviendo el universo de las homilías moralizadoras y engendrando una cultura en la que la felicidad predomina sobre el mandato moral, los placeres sobre la prohibición, la seducción sobre la obligación.

La nueva civilización ya no pretende vencer el deseo sino exacerbarlo y eliminar la culpa: los goces del presente, el templo del yo, el de la comodidad, es la nueva Jerusalén de los tiempos posmoralistas: los supermercados, el marketing, el paraíso de los ocios han sido la tumba de la religión del deber.

Vivimos en el auge y legitimación de los placeres, deseos íntimos, publicidad, consumo, vacaciones, cuidado del cuerpo y la salud; la felicidad individual se ha convertido en mensajes y valores de masa, todo eso converge para hacer de esos deseos el amor a sí mismo, afirma el filósofo.

Esto lleva a depender cada vez menos de los demás, se dan transformaciones en la familia, la gente se casa cada vez menos y se divorcia más, se dan más uniones libres y aumentan los nacimientos fuera del matrimonio.

Estas características son propias del neoindividualismo en que hoy vivimos, de la desreglamentación contra las normas de autoridades y familiares, señaló Lipovetsky.

La elección del nuevo Papa ha dado lugar a un cúmulo de reflexiones en torno al papel y el rumbo de la iglesia católica en el mundo.

Por un lado están los análisis sobre los elementos de franca descomposición que padece la iglesia católica, escándalos que no cesan, pero que incitan a enfocar la mirada hacia adelante y reinventar a partir de lo más valioso que con esta iglesia la humanidad ha creado en cuanto a su ética: su herencia difundida a través de las bibliotecas y conventos, su defensa de la cultura clásica que preservó y difundió, una cultura que se infiltró a través del mundo y que influyó para dar fin a la esclavitud, estimulando los más altos valores humanos como la solidaridad, la igualdad, la libertad, la justicia social, impulsando la civilización y hasta donde fue posible acabar con la barbarie.

La renuncia de Benedicto XVI y la asunción de Francisco al pontificado es un indicio de la profunda dialéctica que se vive en este tiempo, la enemistad con todo lo que representa vida espiritual, despreocupación por los valores éticos, por la cultura y las ideas, aunque por otro lado, está el despertar, la búsqueda de la esperanza de una iglesia renovada, pobre y al servicio de los pobres.

La posible renovación de la iglesia católica se dejó entrever de los primeros discursos del Papa Francisco, quien con estilo seductor y desacralizador abogó por una iglesia de los pobres y para los pobres, y en su primer discurso como pontífice enfatizó el compromiso de la humanidad, de hombres y mujeres, cristianos o no, de ejercer la responsabilidad de custodiar el medio ambiente y propagar el respeto por todas las criaturas del planeta.

Esta semana varios teólogos se pronunciaron por la necesidad de que el Papa Francisco impulse reformas o de lo contrario se podrían generar movimientos similares al de los “indignados”.

Las vacaciones se inician, lo más sensato, me parece, es que dado el contexto de violencia que se vive en el país, tomemos todas las precauciones para no exponernos ni exponer a los nuestros al peligro, usted elige cómo descansará mejor. 

rosaesther80@gmail.com

 

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