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1283 27 Marzo 2013

 

12 razones para amar Mazatlán
Ernesto Hernández Norzagaray

Mazatlán.- A principios de octubre la revista Chilango publicó 30, y luego en noviembre agregó otras 15 razones para amar a la “Ciudad de los Palacios”, como se le identificó en los tiempos del PRI absoluto; la “ciudad de la esperanza”, como le pondría el marketing de López Obrador; la “capital en movimiento”, como la llamaría Marcelo Ebrard, en un sexenio donde muchos buscamos tranquilidad en la urbe y la denominación más insípida de todas, la de Miguel Mancera, que lleva por nombre algo que parece sacado de la memoria de las viejas asambleas estudiantiles de la UAS: Decidamos juntos.

Esto de justificar querencias por una ciudad es un ejercicio psicológico generoso que todos debiéramos hacer sobre las nuestras para no caer en rutina o la exaltación regionalista. Mazatlán es una ciudad excepcional en muchos sentidos y hasta podríamos decir que es la más vanguardista en el noroeste del país. Van 12 razones de por qué amo a este puerto que me adoptó y me dio trabajo, tiempo, amigos, una mujer hermosa e inteligente e hijos buenos para permanecer en ella por más de tres décadas.

Tenemos historia
Mazatlán tiene una de las historias regionales más maravillosas del norte del país. El arribo de gente de cualquier lugar del mundo marcó lo que hoy es nuestra identidad regional. Con ellos llegó la música, el baile, las letras, las artes, la cocina y hasta la cerveza. La modernidad principalmente del siglo XIX vino a confundirse con la sencillez de nuestra gente y los resabios de la cultura colonial. En ese encuentro hibrido todos salimos ganando y esa mezcla de razas es hoy uno de nuestros principales orgullos.

Aquí, se formaron las primeras tamboras producto del mestizaje y se oyeron por primera vez nuevos acordes en nuestras plazas que felizmente han sobrevivido pese a las ambiciones y abusos inmobiliarios. La guerra nos llegó con el siglo XX, pero salimos limpios de manera que podemos decir que no somos un pueblo tatuado por la violencia sino por la fuerza de gente trabajadora y creativa. Hay, además, una reivindicación de su historia y como testimonio se encuentran una gran cantidad de libros escritos por historiadores profesionales y empíricos. La ciudad se conoce y se reconoce en su pasado.

Tenemos la bahía más bella
Quienes vivimos en Mazatlán sabemos que tenemos la bahía más bella del Pacifico. También el malecón más largo y más visitado diariamente, porque ahí se convocan diariamente miles de porteños que salen de sus casas para disfrutar del mar y sus atardeceres. Estos siempre culminan con el infaltable rayo verde. Su caprichosa cadera de 22 kilómetros da cuenta de todos los rincones desde donde se atisba ese sol juguetón con sus destellos rojos, cobrizos, naranja, grises, violáceos o azules y los grandes volúmenes de nubes sonrientes. Sus rayos desfallecientes invitan a muchos al amor en un concierto de voces apagadas por olas molestas que estallan contra la arena y roca con su estrépito de espuma y brisa.

Tenemos música y cantos
Mazatlán nació como una diva y rápidamente enamoro a los músicos, poetas y escritores. Los músicos alemanes bajaron de los barcos con sus tubas, clarinetes, trombones, tamboras, tarolas, cocochas y letras.

La fiesta se hizo en plazuelas, calles y salones. Las piezas de las marchas alemanas dieron rápidamente paso a los primeros acordes populares. Y si una querencia se mide por las palabras dedicadas al puerto. Allí están los poetas Amado Nervo, Enrique González Martínez, Roberto Owen o Pablo Neruda sin dejar de recordar a Anäis Nin o Jack Kerouack, que dejaron su impronta escrita en obras memorables.

Todos ellos en su paso por estas calles y miradores se inspiraron para escribir y describir perlas negras, crepúsculos encendidos, nubes espumosas, amores furtivos y hasta la pobreza con dignidad que circula por sus calles.

Mazatlán, sin embargo, también es José Alfredo Jiménez, quien le dedica una pieza memorable. Es Luis Pérez Meza que dejaría aquí su impronta de música y estirpe, Ferrusquilla que por su amor al puerto camina digno con su infaltable bastón por la pendiente del Cerro de la Nevería y las Bandas de El Recodo y El Limón que han puesto la música porteña en el repertorio del mundo.

Tenemos el mejor Centro Histórico del Noroeste
Sin duda, mientras otras ciudades fueron testigos silenciosos de la masacre contra su patrimonio arquitectónico aquí todavía conservamos buena parte de él y no sólo eso, lo cuidamos aunque no siempre las autoridades hagan caso. Es la Plazuela Machado y el Teatro Ángela Peralta. Pero también el Paseo de Olas Altas y el Paseo del Centenario. Es la soberbia de la llamada arquitectura tropical y el mercado donde diariamente miles se dan tiempos para disfrutar de sus cargamentos de frutas y verduras. Son los museos, librerías, antros. Es mirar esa gente sola que describe Pepe Franco.

Tenemos cosmopolitismo
La llegada a las tres islas de los primeros navíos en 1587 marcó nuestro encuentro con el otro. Aquellos que llegaron desde los puertos de Europa o Asía. Son los portadores de las lenguas y voces extrañas que poblaron con sus ambiciones, anhelos e ideas nuestras calles, plazas, hogares y escribieron los primeros libros, provocaron las primeras lecturas de autores desconocidos.

Aquí se creó el primer periódico de Sinaloa y probablemente del Noroeste. Con ello vino la palabra, las primeras noticias de la música, la danza, la plástica, la arquitectura, la escultura. Y nos sigue llegando gente, que encuentra en Mazatlán un espacio para el esparcimiento, la reflexión, las artes.

Tenemos el segundo faro natural más grande del mundo
Después del Peñón de Gibraltar se encuentra nuestro soberbio faro natural. Allá en lo alto adonde suben los intrépidos y reciben como pago un paisaje infinito que va desde las palmeras cocoteras de la Isla de la Piedra hasta las estoicas Tres Islas. De los lobos marinos a los lobos de mar. Del Canal de Navegación, al falo de la Cervecería del Pacífico y de ahí la larga cadera del malecón con sus monumentos a la mujer mazatleca.

Tenemos el mejor carnaval de México
A nada se le dedica más tiempo que a la preparación de la fiesta de la carne. Así cuando termina uno de ellos empieza a prepararse el siguiente con toda su imaginación y fantasía. Son sus carros alegóricos y monigotes que habitan temporalmente el malecón. Pero, también es la fiesta de la cultura, de las bellas artes, los grandes conciertos de ópera y música clásica. Es la coronación de la reina y la premiación del Mazatlán de Literatura. Son los Juegos Florales y la entrega del premio de poesía Clemencia Isaura. Es el hedonismo de la fiesta pagana en Olas Altas.

Tenemos el Teatro Ángela Peralta
Escenario inmejorable en el norte del país que desde siempre ha albergado las mejores expresiones artísticas. Por allí han pasado la propia Ángela Peralta, Celia Cruz. Es la casa de Delfos quizá el mejor grupo de danza contemporánea en México y una extraordinaria escuela de danza clásica que se ha nutrido de niños y jóvenes entusiastas que provienen la mayoría de ellos de las colonias populares. Y es música y artes plásticas. Es la sonrisa de los niños y jóvenes que ahí encontraron un sentido a sus vidas.

Tenemos la mejor bohemia
En Mazatlán, como en Mérida, hay muchos rincones en el puerto donde los bohemios se encuentran mejor que en casa y no necesitan mucho dinero. Son los pequeños antros donde la gente llega a encontrarse con los amigos y un vaso de cerveza con sus camarones o pajaritos. Es la barra del hotel Belmar, el mítico 30-60-90 o el Son-Sin. Sin olvidar lugares emblemáticos como Pedro y Lola o todos los de Olas Altas. Son los músicos de calle que van dejando su estela de ritmos sin faltar un bar donde una voz profunda canta boleros.

Tenemos conciencia política
Mazatlán tiene una historia de desafectos políticos. Fuimos los primeros en el estado que sacamos al PRI del gobierno municipal y lo mismo hicimos con el PAN. No sabemos de lealtades partidarias definitivas y cambiamos de gobierno cuantas veces queremos porque deseamos eficacia en el tratamiento de los problemas de la ciudad. Somos progresistas y queremos una ciudad donde quepamos todos. Somos tolerantes con el extraño o la preferencia sexual o religiosa. Nos gusta el deporte y la playa. El relajo. Gustamos del rock y la trova. Hemos votado por el PAN, pero También por el PRI, el PRD o el PT. No soportamos a los políticos irresponsables o ladrones.

Y por si esto fuera poco…

Tenemos de las mujeres más hermosas de México
Las encontramos en la calle o en un autobús de servicio urbano. Son las muchachas que luego vemos en los concursos de belleza y que engalanan las páginas de sociales. Las que acaricia la brisa azul. Son las mujeres glamorosas del puerto.

Gilberto Owen diría que tenemos: el amarillo mar amargo de Mazatlán, por donde pasan ráfagas de nombres.

 

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