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1300 19 Abril 2013

 

Su última foto juntos
Guffo Caballero

Monterrey.- Nemesio recibió su nuevo teléfono mientras barría la banqueta de adoquines frente al Palacio Municipal.

–Y ya sabes: si ves al ejército patrullando o algo sospechoso, nos mandas una alerta en chinga –le dijo el copiloto de la lujosa camioneta negra.

Nemesio asintió con un “Sí, mi comandante”, apretando con fuerza el mango de la escoba, para disimular que temblaba. El hombre subió la ventana polarizada y el vehículo arrancó rechinando las llantas.

En todo el día Nemesio no vio ni al ejercito ni algo que le pareciera “sospechoso”. Cuando empezó a oscurecer, llamó a Catalina, quien se sorprendió al no reconocer el número que aparecía en la pantalla de su celular. Nemesio le dijo que le tenía una sorpresa y quedaron de verse en el kiosco de la plaza a las ocho.

Se besaron cuando se vieron y, lo primero que hizo Nemesio al desprenderse de los labios de su novia, fue presumirle su teléfono con cámara fotográfica y canciones.

Catalina posó para Nemesio. Algunas veces le ganaba la risa, pues sus poses le recordaban a las modelos de los catálogos de zapatos “Andrea” que veía en casa de su comadre Josefina. Nemesio hizo lo mismo: se recargó en coches estacionados que le parecían lujosos y tensaba los brazos como si fuera un fisiculturista, mientras Catalina capturaba el momento entre risas.

Nemesio besó de nuevo a su novia en los labios. La abrazó por la espalda y se tomaron la penúltima foto en la que saldrían juntos. La última sería dos días después.

Salió en la sección local de varios periódicos y en todos los medios que manejaban la nota roja. En la imagen, Nemesio aparecía tirado sobre un charco de sangre. A Catalina se le veía al fondo, llorando histérica, tratando de acercarse al cuerpo de su amado mientras un policía se lo impedía.

 

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