LA SOCIEDAD DEL CONOCIMIENTO
Analfabetismo digital
Edilberto Cervantes Galván
Monterrey.- El rezago en el que se encuentra México en el aprovechamiento de las tecnologías de la información es otra forma de exclusión, reflejo de la desigualdad social y económica y de la ausencia de políticas públicas positivas. Esta “brecha” o abismo digital mantiene a los mexicanos alejados del dominio de las tecnologías de la información, lo que nos coloca en gran desventaja frente al resto del mundo o por lo menos ante los países que si le han otorgado la importancia estratégica debida.
Sobre este tema se acaba de publicar el libro: “Brecha e inclusión digital en México: hacia una propuesta de política pública” con el sello editorial de la UNAM. Su autora, Alma Rosa Alva de la Selva, investigadora de esa institución, señala que de una población de 112 millones de mexicanos sólo el 36.15 por ciento, son usuarios de Internet. Más de la mitad ciudadana carece de acceso, uso y apropiación de ese medio de comunicación, el más rápido, eficiente y global.
El uso del internet se concentra en forma notable en los jóvenes. Pero de manera específica en los jóvenes urbanos, aquellos que viven en las grandes ciudades. El desarrollo de los servicios y la infraestructura de banda ancha se ha dejado en “manos del mercado” y desde esa perspectiva no hay rentabilidad fuera de las grandes concentraciones urbanas.
En el otro extremo se encuentran las personas mayores de 50 años que permanecen como meros espectadores de todos los avances tecnológicos. Sólo el 4 por ciento de los mayores de 50 años se han incorporado al uso cotidiano de las tecnologías de la información.
Ni para los niños, jóvenes o adultos, existe una política pública orientada a facilitar el acceso y dominio de las tecnologías. Como resultado de esta situación la mayor parte de la población mexicana es analfabeta digital. Este tipo de analfabetismo es tan grave como en su momento lo fue el analfabetismo en el uso y manejo del idioma (Español); el de leer y escribir.
En el sistema educativo, que debiera ser punta de lanza en proveer el acceso sistemático y dosificado a los niños mexicanos, se ha perdido el tiempo desde hace tres lustros. (Lapso que si aprovechó Brasil, Corea del Sur, la India y otros países asiáticos). Entre la “resistencia al cambio” por parte de los profesores a incorporar el uso de las TIC en el proceso de enseñanza y aprendizaje, y la ineficacia y el derroche en el diseño e instrumentación de proyectos por parte del gobierno, la educación básica carece de un proyecto educativo, de una política educativa que se enfoque a educar con las nuevas (y ya no tan nuevas) tecnologías.
La brecha económica, la pobreza extendida y la riqueza concentrada, va en contra de la democratización del acceso a las TIC. El costo de los equipos y las tarifas de internet de Banda Ancha son excesivos. Así como hay quienes poseen hasta tres celulares hay quienes en su vida han hecho una llamada con un teléfono fijo.
La brecha digital es una realidad nacional, sin embargo tiene una expresión regional; hay regiones con mayor atraso que otras y lo mismo sucede a nivel de localidades. Hasta por género, la brecha muestra las diferencias entre hombres y mujeres.
Pensar que México puede desarrollarse sin el acceso, uso y sobre todo dominio de las tecnologías, ha sido el error por más de 70 años. Sin una política nacional en ciencia y tecnología, en general y de las TIC en particular, no hay ni habrá dominio y apropiación de las tecnologías; los mexicanos somos meros usuarios de las tecnologías que se generan en otras partes del Mundo. Si aprendemos a apretar los botoncitos, logramos resultados, pero no sabemos el funcionamiento ni como se construyen.
La nueva Ley de Telecomunicaciones se pronuncia por un acceso libre a la Internet. Sin embargo el planteamiento congruente con la realidad mexicana es el de garantizar el acceso gratuito y en todas las escuelas. Así como sucede con la radio o la televisión abiertas.
