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1321 20 Mayo 2013

 

LA SOCIEDAD DEL CONOCIMIENTO
La crisis en Europa
Edilberto Cervantes Galván

Monterrey.- La recesión que viven los países europeos empieza a generar serias dudas sobre la efectividad de las políticas de austeridad que hasta ahora se han aplicado a rajatabla. Los caso de Grecia, España e Italia, son un ejemplo de la severa crisis social que provocan los recortes en el gasto público  asociado a programas y bienestar social, sin que se perciba ninguna salida a corto plazo a favor del empleo y mejores salarios. La recesión no sólo es falta de crecimiento económico sino también pérdida de calidad de vida, de desempleo y de inquietud social.

El escenario se complicó aún más, con los resultados recientes de las economías de Alemania y Francia, los dos países que hasta ahora se mostraban como ejemplo de buen manejo de sus políticas económicas. La economía francesa se contrajo un 0.2 por ciento en el primer trimestre del año y la “solvente “economía alemana, tuvo un crecimiento de 0.1 por ciento.

En el debate sobre la mejor estrategia a seguir, el costo social de las soluciones no parece tener la ponderación más alta. Al desastre social y económico en el que se han sumido Grecia y España se une ahora Italia, configurándose una situación que ha puesto en duda la sobrevivencia del Euro y junto con ello, la posibilidad de mantener unida a la Comunidad Europea. El “euroescepticismo”.

Se está poniendo en peligro el esfuerzo de más de medio siglo para crear condiciones y relaciones económicas entre los países europeos, como una forma de reducir confrontaciones del tipo que condujeron a la Segunda Guerra Mundial. Después de sobrevivir los horrores de ese conflicto, los europeos decidieron que tenían que buscar fórmulas de asociación y cooperación con una visión continental. Se pensó que el desarrollo de proyectos económico multinacionales y la apertura de las  fronteras reducirían presiones y motivos mayores de conflicto.

La recuperación económica de Europa en los años sesenta, con el apoyo directo y masivo de los  norteamericanos, hizo vislumbrar la posibilidad de ir más allá de los acuerdos económicos. Se empezaron a diseñar entonces instituciones públicas con vocación y misión europeas. Un avance significativo en el proceso de crear instituciones europeas de “gobernanza” fue la integración del parlamento europeo, con miembros de todos los países electos en forma democrática. La adopción de una sola moneda (el Euro) fue un paso que consolidó la confianza en que la unión de la Europa era una posibilidad real.   

El avance del concepto Europa significaba también el abandono de los nacionalismos ultras y la cesión de ciertas formas de soberanía. La toma de decisiones se hacía cada vez más con una perspectiva europea. De la Unión Europea de “los 6”, en los años cincuenta, se pasó a la Unión Europea de “los 27” países, en la actualidad.

El  europeísmo se manifestaba como una postura de avanzada en la medida en la que la economía europea crecía de manera significativa; nadie parecía cuestionar el derecho de los europeos a una condición de bienestar apoyado en el gasto público.        

La incorporación de España, Portugal y Grecia en los años ochenta, se consideró una experiencia exitosa, gracias a los mecanismos de “compensación” que se diseñaron para superar los efectos de la desigualdad de las estructuras económicas, como la debilidad de los países del sur frente a la solidez de las economías del norte de Europa. De allí se pensó que sería viable incorporar a los países del Este que habían formado parte de la Unión Soviética, las primeras incorporaciones se hicieron apenas en el 2004.

Ahora en el 2013, con la crisis económica que se manifiesta en forma generalizada, se está empezando a cuestionar la viabilidad  de la Europa Unida, como si el error o la falla fueran europeas. Es cierto, la debilidad de las economías está minando las fortalezas culturales europeas que ha costado tanto esfuerzo construir. Se pone en duda la posibilidad de un europeísmo positivo y se empiezan a expresar de nueva cuenta los nacionalismos xenófobos.

En este contexto, el presidente de Francia se pronuncia por la instauración de un “gobierno económico” en la Unión Europea, con un presidente que estaría dedicado exclusivamente a esa tarea. También planteó la necesidad de avanzar en la unificación política de la Unión Europea en los próximos dos años.
La crisis de Europa no es exclusiva, allí está el caso de Japón, una potencia de primer orden que no logra salir de la recesión desde hace lustros. Están también los Estados Unidos y hasta México, con economías que no crecen. Veremos si prevalecen los nacionalismos ultras, los intereses del capital financiero global o la responsabilidad de los gobiernos con el bienestar de los seres humanos. ¿Habrá una combinación posible?

 

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