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1346 24 Junio 2013

 

EL CRISTALAZO
Doble (in) moral del PAN
Rafael Cardona

Ciudad de México.- Como todos recordamos, a raíz de la fidelidad de Gustavo Madero al ”Pacto por México”, con lo cual la capacidad opositora se diluye o al menos se tiñe, el senador Ernesto Cordero comenzó a tomar decisiones fuera del conocimiento y obviamente lejanas al control del presidente del partido.

Así comenzó a promover iniciativas azules, azules.

Madero se hizo de redaños y le metió un zape: lo echó de la coordinación de los senadores, pero no le dio el golpe final. Cometió primero el error de anunciar sus intenciones de removerlo y después, cuando lo hizo, Cordero ya había sido ayudado desde Harvard.

La rebelión quiso ser sofocada mediante el descubrimiento de dineros mal habidos por parte del asesor estrella de la bancada, Juan Ignacio Zavala, cuñado de Felipe Calderón, con lo cual se ponía en evidencia el ADN político de los inconformes. Pero no fue suficiente.

El ex secretario particular, Roberto Gil, fiel a la tradicional doble (in) moral panista se aferró a lo legal para proteger lo indebido: “yo pedí un préstamo al cual tengo derecho como senador y se lo cedí al señor Zavala.” Sólo le faltó decir, “y háganle como quieran”. Pero quien la hizo como quiso fue él.

Promovió (él, no Ernesto) una salida de abogado huizachero: si tenemos la mayoría cambiemos las reglas; le quitamos al coordinador el poder de la firma, creamos un grupo de administración, ponemos a un incondicional a manejar el billete (raíz y fruto de la política) y de paso le echamos tierra al asunto de los 400 y tantos mil pesos por piocha repartidos, dizque por un error administrativo, así convertimos el cochinero en una simple anécdota del manejo de los haberes.

Ya el Comité Ejecutivo Nacional los desautorizó, o al menos eso cree doña Cecilia Romero, la secretaria general. Total, pasaron de la entidad de interés público a materia del Ministerio Público.

Pero en cuanto al manejo del dinero, la rijosidad, la división, ya no hay nada por hacer. Se encueraron y dejaron ver sus llagas y sus carnes, pero eso sí, lo caído caído y como dice Marianita Gómez del Campo, hasta la caca flota, especialmente en época de lluvias y en un edificio tan mal drenado como la Torre Azul.

 

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