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1361 15 Julio 2013

 

Barata y llenadora
Samuel Schmidt

Los Ángeles.- Comentaba con mis estudiantes que me parecía un absurdo que la gente comiera tortas de tamal. Es combinar harina con harina, algo así como carbohidratos reforzados. Cuando les pregunté si lo habían comido, una de ellas me respondió:

Si, son baratas y llenadoras.

Alguien les dice a los alumnos que son estudiambres, y es que aunque se ha establecido un sistema de becas para ciertos programas, el monto de éstas obviamente es insuficiente. Algunos se desplazan, tienen que pagar renta, transporte y comer; aunque se supone que pueden trabajar pocas horas, sus maestros les encargan suficiente tarea como para que un empleo se vuelva muy difícil. Y sin embargo, son la élite del país, son los privilegiados, cursan estudios superiores –mis alumnos son de posgrado– y tienen fondos para hacerlo. Aún así, buscan alimentarse de una forma poco sana, pero accesible.

México que es una tierra de paradojas, tiene a un 60 por ciento de su población bajo la línea de pobreza, y ya ha conquistado el primer lugar mundial en obesidad, que aunque no es producto de la opulencia, de los excesos o de una gula nacional desmedida, es producto de una dieta poco sana, cuya función es llenar no alimentar.

Según la página web de Contrapeso y citando al Instituto Nacional de Salud Pública, “desde 1980, los índices de sobrepeso y obesidad se han triplicado en México, especialmente entre los adultos, lo que se refleja en las cifras actuales de 39.5 por ciento de la población con sobrepeso y 31.7 por ciento con obesidad, equivalente a 7 de cada 10 mexicanos entre 30 y 60 años”.

Según Publimetro, citando fuentes del Centro Nacional para la Salud de la Infancia y la Adolescencia, “uno de cada tres niños en México tiene obesidad y 22 por ciento de ellos padece hipertensión, lo que significa que presentan mayor riesgo de sufrir un ataque cerebrovascular; además, tan solo cinco ciudades a nivel nacional concentran la mayor población de niños con obesidad. (Ocupamos) el primer lugar mundial en obesidad infantil”.

Consigna Proceso un reporte de la FAO que sostiene que “el costo de la desnutrición para la economía mundial en pérdida de productividad y gastos de atención sanitaria es “inaceptablemente alto” y podría alcanzar hasta 5 por ciento del Producto Interno Bruto (PIB) mundial: unos 3.5 billones de dólares estadounidenses, equivalentes a 500 dólares por persona.”

Si le repartiéramos comida sana a los mal nutridos ahorraríamos una fortuna en gastos de salud, ganaríamos en productividad, se dinamizaría el mercado nacional de frutas, legumbres y fuentes de proteína animal, pero entonces, protestarían las empresas refresqueras y las que producen comida chatarra (nunca hubo una mejor calificación para un producto. Hay empresas que producen ambos lados de esa basura).

En varios transportes de la Ciudad de México veo anuncios con un planteamiento ingenioso que reza: ¿Te comerías 12 cucharadas de azúcar? Entonces para qué tomas refrescos. Resulta que según Oxfam, que cita un estudio de Kelly Brownell, del Rudd Center for Policy and Obesity de la Universidad de Yale, “México se ha convertido en el mayor consumidor de refrescos en el mundo, rebasando a los Estados Unidos con un consumo mayor a los 163 litros por persona, al año”.

El texto sugiere que esta es una causa de que “nuestra población infantil ya rebasa en sobrepeso y obesidad a la estadounidense”. El problema es que estas bebidas son la principal fuente de calorías para mucha gente.

Imagínese usted a alguien que compra un kilo de tortilla, una bolsa grande de esas botanas que son pura harina, se come muchos tacos y bebe un refresco para bajar esa mezcla. Una comida barata y llenadora, una fuente de calorías que se convertirán en obesidad. Esta condición lleva aparejada una enfermedad muy grave y costosa, en vidas y en recursos para atenderla: diabetes.

Afirma La Jornada, que autoridades nacionales informaron que según la Encuesta Nacional de Salud 2012 la incidencia de diabetes en adultos mayores de 20 años es de 9.2 por ciento, dos puntos porcentuales por arriba de lo que se encontró en 2006. Ello representa poco más de 14 por ciento de las defunciones; en el país hay 10 millones de diabéticos, cifra que se prevé crecerá a 16 millones para 2030.

El saldo actual es que ochenta mil mueren anualmente a causa de la enfermedad.

México pierde importancia mundial en competitividad, pero la gana en enfermedades. Los neoliberales se niegan a reconocer que éste es el resultado de su modelo: más globalización, menos salario, más pobreza, menor atención del gobierno para resolver desajustes estructurales en la condición de vida, y frente a los efectos perversos de su política, el remedio es aumentar la medicina que causó el mal, acompañada con una buena dosis de asistencialismo.

 

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