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1371 29 Julio 2013

 

El cristalazo semanal
Navegaciones, simulaciones y demás
Rafael Cardona

Ciudad de México.- A partir de la captura del peligroso “Z-40”, la Marina Armada mexicana se ha mostrado como una de las instituciones favoritas en el armado gubernamental de la seguridad pública.

En Veracruz (Once noticias), durante una ceremonia de graduación de oficiales, el presidente Enrique Peña describió hacia dónde se orientarán los esfuerzos del gobierno en materia de recuperación de la seguridad y la tranquilidad en el ensombrecido estado de Michoacán, cuyas condiciones son hoy por hoy lamentables, peligrosas y hasta dramáticas en muchos casos.

“Vamos a reforzar la coordinación y el que exista una mayor presencia de las instancias de seguridad, además de otras acciones que nos permitan apoyar al gobierno estatal en la atención a las demandas sociales. La nuestra es una presencia para contener a los grupos del crimen organizado, para restablecer el control territorial. Pero, también, es importante que la autoridad local tenga la capacidad de dar respuesta a las demandas sociales...”

En esas condiciones varias ideas deben ser analizadas. Poco antes de este pronunciamiento, el Presidente había dicho en torno de la ausencia del gobernador Fausto Vallejo y su patética sustitución (eso lo dice esta columna, no el señor presidente): propició una falta de coordinación que facilitó que el crimen organizado ganara espacios en Michoacán.

“Yo creo que ha habido espacios que se han dejado, que ha ganado lamentablemente el crimen organizado y por eso tenemos el operativo que se inició hace varias semanas”.

“Estos eventos, la primera lectura, como ya lo señaló el secretario de Gobernación en las conferencias que ha venido dando; creemos (han originado) en parte a la reacción que hay de estos grupos ante una presencia que hemos mantenido de forma consistente y que seguiremos teniendo, en tanto no regresen las condiciones de normalidad”.

La primera lectura nos haría suponer dos cosas simples: la salida de don Fausto creó espacios para la operación de los maleantes organizados y siempre dispuestos a ocupar espacios vacíos, y la virulencia de sus ataques es una respuesta a la organización gubernamental para reprimirlos contenerlos o eliminarlos.

Y es cierto, pero no es completamente cierto. La violencia desmesurada en Michoacán no se inicia con estos eventos. No es la renuncia de Vallejo el detonante en la pérdida de dominio territorial ni tampoco es la respuesta a esta etapa de la contención.

Tan estaban esos fenómenos presentes desde antes como para justificar, en su momento, la llamada de auxilio de Lázaro Cárdenas Batel al gobierno federal vista la incapacidad de las fuerzas locales del orden, a las cuales se les llama así a falta de mejor eufemismo.

Por otra parte el reiterado anuncio del secretario de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong de convocar a todos los actores políticos en busca de un a solución administrativa, sólo puede ser entendida como la remoción del interino, la búsqueda de una persona con mejores ideas y habilidades no para solucionar el problema (eso es por ahora imposible y ha sido imposible por más de un sexenio entero) sino al menos para comprenderlo y poder trabajar de forma coordinada con el gobierno federal. Eso significa simplemente el adiós a Reina.

En días recientes los militantes del Partido Acción Nacional se han visto sometidos a muchas experiencias penosas. El sainete de los miles y miles de pesos dispensados en el Senado como si se tratara de volantes o programas de cine antiguo, los exhibió manirrotos y codiciosos, pecadores al fin, víctimas de las tentaciones mundanas, falsos y mañosos.

Tanto como para mover la buena conciencia de uno de sus ideólogos (si los hubiera), el señor Luis Felipe Bravo Mena quien ha escrito en un tino similar a fray Tomás de Kempis un lacrimógeno y piadoso artículo el cual vale la pena consignar:

Dice Fray Bravo:

“…se desestabilizó el orden y la disciplina institucional entre los senadores panistas. El conflicto ha sido doloroso, llamativo y preocupante. No se le debe minimizar aunque esté encapsulado en ese ámbito. Está en entredicho la debida línea de mando jerárquico entre el partido y su grupo parlamentario, y exhibe inconformidades, desencuentros y disputas cuyo contenido son de mayor profundidad y alcance. No obstante no está en tela de juicio la madurez parlamentaria y la honorabilidad de los senadores blanquiazules…”

Si bien Bravo Mena se refiere a la próxima reunión cimera de los panistas, no deja de haber en sus palabras una dosis inclemente de cinismo. Se llama al perdón como si todo fuera un asunto interno. Del espectáculo grotesco en el cual se disputaban las alcancías y se otorgaban préstamos entre amigos como si se tratara del juego del Turista, nada.

Perdonaos, hermanos, pero lo cáido cáido…

Esa incurable vocación por engañar con la piel de la oveja encima se ha visto claramente en una persona de significativa relevancia en el sexenio anterior: la constructora y promotora de la imagen (no es broma) de Felipe Calderón: Alejandra Sota quien ahora aparece como falsaria y “cachirulera” en Harvard.

“En su “sabático” como funcionaria pública, Alejandra Sota –nos ha dicho la prensa–, estudia el programa Edward Manson, el mismo que Felipe Calderón cursó en 2000, cuando dejó la dirigencia nacional del PAN, y antes de iniciar la segunda etapa de su carrera política como líder de los diputados del PAN, director de Banobras, secretario de Energía, y después candidato presidencial del PAN, y Presidente de México.”

Pero, la ex vocera todavía debe diez materias en el Instituto Tecnológico Autónomo de México. Y lo peor: “una búsqueda (Aristegui Noticias) en el sitio Registro Nacional de Profesiones, de la Secretaría de Educación Pública (SEP), revela que no existe constancia de estudios de Alejandra Sota Mirafuentes”.

Y todo para confirmar –en ambos casos--, la vigencia de una vieja frase: “Quod natura non dat, Salmantica non præstat”.

 

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