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1371 29 Julio 2013

 

¿Quién manda aquí?
Hugo L. del Río

Monterrey.- Tal parece que, así como los egipcios están entre la espada y el Corán, los mexicanos tenemos que escoger entre la manu militari y los narcos. Para resolver los problemas, el primer paso es admitir que existen. México no es, ni remotamente, un Estado de Derecho.

Eso es tan evidente, desde las sinvergüenzadas de los bancos hasta la prepotencia del más pinchurriento de los inspectores: abuso y humillación en Villahermosa, Tabasco, contra el niño tzotzil. Tampoco somos un país soberano: los gringos nos dijeron que no deberíamos ingresar a la OPEP y obedecimos; el día que lo ordenen, Peña Nieto iniciará el proceso para venderles Pemex.

Bien, pero a lo que vamos. Los hechos: las fuerzas armadas han perdido o por lo menos están perdiendo la guerra contra el narco. Hecho concreto: la violencia no sólo sacó a los militares de sus cuarteles, sino que los colocó en la primera línea de la vida política. Afloraron algunos crímenes perpetrados por troperos, salieron a flote ciertas corruptelas, intrigas, grillas que entre ellos llevan a la prisión o la muerte…Y obligaron al gobierno a incrementarles el presupuesto a lo bestia.

Hecho concreto: Todo eso no ha servido de nada: aquí manda el narco. Los Ejércitos de Aire, Mar y Tierra llevan ya no sé cuántos años enfrentados a los sicarios y lo único que se ha logrado es elevar el número de víctimas inocentes. La sociedad tomó conciencia que la tropa no recibe castigo por asesinar a civiles inocentes, a quienes además sataniza.

Hecho concreto: tampoco queremos que los fusileros regresen a sus acantonamientos. Y tenemos razón: responder al narcotráfico con las fuerzas armadas fue un error, pero dejar que la policía se haga cargo –je je, es un decir– de la situación sería una equivocación más grave.

En los servicios armados, la mayor parte de rasos, clases, oficiales, jefes y generales o almirantes son hombres y mujeres de honor. Hecho concreto: fracasan porque son soldados, no policías. Se les encomendó una tarea que no les corresponde.

Y ahora, qué sigue: hay ocasiones en que el gobierno, en sus tres escalones, proyecta la imagen de ser un rehén del estamento castrense, que a su vez depende totalmente del Pentágono y de su Inteligencia militar. ¿Vamos hacia una situación como la de Egipto, donde un hombre de paja hace como que gobierna pero en el fondo se limita a cumplir las órdenes de los generales?

 

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