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1372 30 Julio 2013

 

MALDITOS HIPSTERS
Dos posibilidades para promover la lectura
Luis Valdez

Monterrey.- Hace días presencié una charla sobre promoción a la lectura, y las posturas de los dos participantes estaban muy marcadas. La del promotor independiente (Rodolfo Sánchez) que ve números y exige más lectura a la de ya, y la del escritor y promotor en salas de lectura (Antonio Ramos) que nos comparte su emoción por los numerosos ciudadanos dispuestos a recibir a los libros en sus casas.

Las dos posturas son buenas y válidas. Hay quienes se inclinan más por uno o por otro, ya sea porque tienen una sala de lectura y se sienten comprometidos, o porque son del grupo de escritores independientes al que pertenece Rodolfo Sánchez y también se sienten comprometidos. Yo no tengo compromiso con ninguno de ellos dos y al mismo tiempo sí lo tengo. Regresé mi sala de lectura allá por el año 2001 porque los libros eran sobras no vendidas por librerías Educal, nada parecidas a los títulos de hoy que son realmente emocionantes.

Además me iba a residir al DeFe por no sé cuánto tiempo. De acuerdo… regresé los mentados 200 libros y sigo registrado en la base de datos. ¿Qué prueba que no los tengo ya en mi poder? Y en cuanto a los escritores independientes, no tengo registro en su grupo (solamente en el Facebook) ni actividad “independiente” con ellos. Hago todo lo posible por no juguetear con un perfil independiente si mis tres últimos libros fueron uno editado por una
institución educativa (en Sonora) y los otros dos por coedición con
Conarte.

Es decir que no soy un escritor independiente hasta que edite de manera independiente o, para ser más claros, escriba de manera independiente… y ya he tenido dos  becas estatales y una nacional.

¿Dónde me deja esto? En que tanto Rodolfo Sánchez como Antonio Ramos
son dos grandes amigos míos, de esas amistades en las que no hay deudas recordadas ni compromisos actuales. Sólo por eso puedo atreverme a decir que la postura independiente realmente puede estar alarmada: por el bajo índice de lectura en México, por la nula comprensión de la lectura en libros, por el aborrecimiento social a los libros, por la inconformidad de la mayoría de los mexicanos y lo absurdo que significa que alguien en México pretenda en algún momento vivir como escritor, a sabiendas de que en este país no se leen
libros.

¿De quién es el error? ¿De la educación pública o del entorno familiar? ¿Leen libros los maestros? ¿Leen libros los padres de todo México? Hemos llegado a un punto en que la responsabilidad y culpa no es sólo de las instituciones, sino también de los ahora padres que son unos productos retorcidos de la limitada educación en éstas.

Nuestra responsabilidad, aunque se oiga muy cursi, no debería ser solo comprarle libros a los niños, sino comprometernos en promoverles el gusto por leer. Pero eso de lo dejan al maestro o al objeto (libro). “El maestro debe hacer que lean”, “Si el libro es bueno, entonces el niño lo va a leer”. ¡Vaya manera de no tener que meter las manos!

Antonio Ramos se emociona con el programa nacional salas de lectura.
¡Y con justa razón! Yo también me emociono cuando sé que en comunidades de todo el país hay acervos de libros en casas donde a niños y adultos se les lee y prestan libros. Lugares donde nunca han tenido biblioteca y mucho menos tendrán librerías. Los voluntarios son ciudadanos no comunes: les gustan los libros y la mayor parte de ellos también quiere que los libros le gusten a los demás. Hay capacitación, hay instructores muy buenos, y hasta cierto punto se
justifica la tarea de la instancia pública, que deja en manos de alguien
que no debe tener forzosamente el cargo de bibliotecario, para
promover la lectura con todo el corazón.

Instancias públicas que buscan voluntarios y promotores independientes que se preocupan y exigen, es lo que necesitamos en nuestro poco lector país para que al menos cada día una persona más se atreva a abrir un libro por iniciativa propia .

 

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