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1441 4 Noviembre 2013

 

Chasco en 2015 para la clase política
David Carrizales

Monterrey.- El desprestigio que a pulso se han ganado los partidos políticos, y principalmente los que han ejercido el poder en Nuevo León, abre una enorme oportunidad para que, de cara al proceso electoral de 2015, los ciudadanos organizados derroten a los vividores de la política, a esos huérfanos de valores y principios, que sólo trabajan para sus costillas.

En el seno de los institutos políticos, han empezado a barajarse nombres de supuestos aspirantes a la gubernatura, y la sola mención de sus nombres mueve a risa o incredulidad, por lo disparatado de la ocurrencia, pues bien se sabe que lo único que buscan es hacer algo de ruido, para que les ofrezcan una diputación, una alcaldía o ya de perdido alguna regiduría.

Pero hay casos que por el contrario, ante el grave riesgo de que su tentativa de asalto (al poder) se vuelva realidad, provocan alarma, desasosiego y verdadero espanto, pues no la honradez, no el espíritu de servicio, sino la corrupción rapaz, la negligencia y la incapacidad, son los sellos distintivos de su accionar en la función pública.

Es triste que ninguno (a) de los que se mencionan, permite abrigar la mínima esperanza de un cambio favorable para la población. Salvo pequeños cambios de matices, todos (as) están cortados (as) por la misma tijera de la ambición personal, la politiquería barata, y la demagogia. Nadie de los que suenan se ha caracterizado por plantear ideas y proyectos frescos, realistas, que permitan mejorar las condiciones de las mayorías empobrecidas.
Aunque hay políticos que por su origen partidario deberían clasificarse como rojos, azules, amarillos, verdes o naranjas, la triste verdad es que todos quedan uniformados con el gris.

El pasado 23 de septiembre el Congreso local por unanimidad, aprobó en segunda vuelta una reforma constitucional (artículo 36), para que cualquier ciudadano pueda postularse como candidato a un puesto de elección popular.
Vana esperanza para los que vieron la reforma como un avance, pues se trató de una burla perversa, un truco barato de los partidos representados en la 73 Legislatura, ya que dejaron intacto el artículo 42 que otorga a los institutos políticos el monopolio para el registro de candidaturas.

Para que realmente haya candidaturas ciudadanas independientes en el estado, deberá modificarse el artículo 42 en dos periodos de sesiones y adecuarse la Ley Estatal Electoral, siendo necesario para uno y otro caso, el voto de por lo menos 28 legisladores, según lo exige toda reforma constitucional o a una ley secundaria que tenga el mismo carácter.

Ese es uno de los grandes escollos que deberán librar los ciudadanos independientes que mediante la vía electoral buscan impulsar un nuevo rumbo para Nuevo León; el otro es construir un movimiento cohesionado y fuerte que gane la confianza de los burlados y ofendidos de siempre, para enfrentar o aprovechar en su beneficio la maquinaria de los partidos.

Si analizamos lo ocurrido en otros estados, no es descabellado pensar que la clase política de Nuevo León puede llevarse una desagradable sorpresa en 2015. Mediante una ingeniosa campaña en redes sociales, el gato Morris hizo reflexionar desde Xalapa, Veracruz, sobre el agotamiento de un sistema electoral que urge reformar, y Enrique Alfaro en Jalisco, demostró la fuerza que pueden alcanzar los ciudadanos unidos y bien organizados.

Entre las agrupaciones civiles ha ido permeando la idea de que se puede dar la pelea a los políticos tradicionales si se animan a disputar la gubernatura, gente como Liliana Flores Benavides o Cristina Sada Salinas, e incluso hay quien ve con buenos ojos al priísta Jaime Rodríguez Calderón, por su temperamento contestatario y alebrestado, al estilo Mauricio Fernández.

Pero Rodríguez representa un regreso al priísmo de hace 40 años, y lo que  Nuevo León demanda es un salto enorme para alcanzar el futuro.

Hay un personaje que si se decide a dar el paso al frente, estaría casi sentenciando con ese solo hecho, la derrota de la desprestigiada clase política: se trata del doctor Rafael Rangel Sostmann, un académico sensible a los problemas sociales, de trato amable; respetado y querido por todos los que los que lo conocen de cerca, y a quien lo cortés no le quita lo valiente.

Dado el perfil del doctor Rangel y el contexto actual de Nuevo León, el impacto que tendría una candidatura ciudadana como la del ex rector del Itesm, por la menos para los últimos 50 años, sólo tendría comparación con el que causó el doctor Salvador Nava Martínez en San Luis Potosí, que dos veces ganó la capital potosina, y a pesar de estar enfermo de cáncer casi al final de su vida, impidió que tomara posesión de la gubernatura Fausto Zapata Loredo, que iba a ser impuesto por el sistema, valiéndose de toda una cauda de marrullerías.

La cuestión es que el doctor Rangel quiera, que pueda cumplir el requisito de la residencia, y que otras personalidades que aspiran, tengan la humildad y la sabiduría para reconocer que es la mejor opción para este momento que vive el estado, y ante eso, se hagan a un lado y le ofrezcan todo su apoyo.

Un mecanismo para escoger candidato, puede ser la organización de una elección primaria, que a la vez serviría para posicionar la imagen y propuestas de los aspirantes, contrarrestando el poder económico de los partidos. Otra posibilidad es elegir por encuesta, y que los que no resulten favorecidos, se comprometan a aceptar los resultados.

Un proceso democrático y transparente de selección de candidato a la gubernatura, en lugar de ser un desgaste, sería una catapulta no sólo para el ganador o ganadora, pues de ahí podrían surgir los aspirantes a las alcaldías y diputaciones.

Al tiempo. Que no estén muy seguros los que piensan que ya todo está decidido, y que en Nuevo León sólo hay de dos sopas: PAN o PRI,  como caras de una misma moneda, sucia y devaluada.

 

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