Refinería de Tula en riesgo
Pablo Vargas González

Pachuca.- Tremendas noticias que incumben al país en su conjunto, pero también de manera especial a los hidalguenses, se dejaron caer. Altos funcionarios del gobierno federal han dicho que la construcción de la Refinería Bicentenario, ubicada en Tula de Allende, Hidalgo, dependería de los términos de la aprobación de la reforma energética, lo cual se suma a peligros que ya se ciernen sobre Pemex y los recursos naturales de los mexicanos.

Fue Pedro Joaquín Coldwell, secretario de Energía, quién dijo (18 de octubre pasado) ante la Cámara de diputados, que la construcción de la refinería de Tula, anunciada en 2009 por el entonces presidente Felipe Calderón, estará supeditada a la aprobación de la reforma energética. Es decir, sólo si se aprueba la reforma energética propuesta por Enrique Peña Nieto se dará continuidad al proyecto que está estancado desde hace cinco años, con gran perjuicio para el gobierno y los habitantes de esta entidad.

Es decir si se aprueba en los términos propuestos de que Pemex y el petróleo mexicano se abra a las empresas extranjeras transnacionales, puesto que la reforma del gobierno federal propone la apertura a que el capital extranjero invierta a gran escala con los contratos de riesgo compartido, lo que implica una entrega de nuestros recursos naturales al dominio de fuerzas extranjeras.

Recordemos que en 2009, Pemex abrió un concurso para identificar dónde se instalaría una nueva refinería. Varios intereses poderosos se manifestaron. Diez  fueron las entidades federativas que se disputaban la construcción de la refinería, además de Hidalgo. Se trató de una disputa real, ya que se pelearon fuertes cantidades millonarias para la construcción del conjunto de plantas que integran una refinería como el incremento de presupuesto por tal motivo. Fue todo un show y un circo donde se quería meter “mano negra”.

Inclusive hubo la intención de llevársela a Salamanca, Guanajuato. Pero cuando por cuestiones técnicas se eligió Tula, Hidalgo, empezaron nuevas piedritas en el camino. De todo tipo. Condiciones administrativas y del terreno. Pero finalmente se aceptó que fuera en esta entidad y la refinería se denominaría Bicentenario. Después se alegó la falta de presupuesto, no quisieron soltar el dinero para la construcción.

A pesar de las promesas de campaña en 2012, ahora con el nuevo gobierno nuevamente está en juego la construcción de la refinería de Tula. Se hicieron varias promesas de que iba a haber empleos, desarrollo y progreso. Hasta la fecha no hay nada cierto. Pero el peligro principal es que si pasa la reforma energética en los términos de privatización, en lugar de llamarse Refinería de Tula Bicentenario se llamaría, Refinería George Bush, propiedad de empresas Exxon o de la Shell.

Según la información oficial, hay declaraciones que apuntan a que con la reforma energética, las refinerías serán operadas en 100 por ciento por empresas transnacionales. Al nuevo gobierno de Peña Nieto no le interesaría construir nuevas refinerías y mucho menos operar o administrarlas, sobre todo ahora que se tiene insolvencia presupuestal.

Se habla de datos engañosos sobre la situación de Pemex, que confunden a la opinión pública. Que existe caos y desorden en el sector: cayó la producción de petróleo, ya que se producen 2.5 millones de barriles diarios, 900 mil menos que en 2004; aumentó la importación de gas y gasolina, y de continuar esta tendencia en 2017, México importará más de la mitad de lo que consume. Hay unas mil 620 tomas clandestinas, de las cuales se han extraído 4.4 millones de barriles de combustible.

Por lo que es de pensarse, de verdad, a quién va a beneficiar la reforma energética. Los recursos naturales no son del gobierno, son de la nación, por lo que es importante que se haga una consulta pública nacional, y no estaría mal un plebiscito en el que los mexicanos decidan. El petróleo y Pemex se quedan en manos de los mexicanos o se entregan a empresas extranjeras. Esa es la cuestión.