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1449 14 Noviembre 2013

 

Terror en el Congreso
Hugo L. del Río

Monterrey.- Perdimos una batalla, pero no hemos perdido la guerra. El Congreso local (léase Rodrigo Medina y Acción Nacional) regresaron la Ley de Participación Ciudadana a la congeladora, donde la escondió Natividad González Parás hace diez años.

PRI Y PAN forman un sistema al que no le conviene, por ningún motivo, dar entrada a una legislación que obligue a la cúpula política a dar rendición de cuentas ni, mucho menos, dar peso legal al plebiscito o referéndum. El fenómeno se llama simbiosis y confirma que el poder pudrió al partido blanquiazul hasta el tuétano; no hay diferencia entre las dos pandillas de rateros.

Perdón, estoy generalizando. Pero encabrona la declaración del diputado priísta Edgar Romo que reprodujo José Jaime Ruiz: “Prefiero seguir con arbitrariedades y matar la reforma, a la participación ciudadana”. A los congresistas que toman en serio su mandato y respetan a la sociedad tanto como se respetan a sí mismos (los hay; son pocos, muy pocos, pero los hay) se les habrán doblado las rodillas de vergüenza y temor al juicio de sus votantes.

Romo puede preferir las arbitrariedades: muy su pinchurriento juicio, pero los nuevoleoneses estamos hasta la coronilla de tanta rapiña, de tanta impunidad, de tanto cinismo. Romo y su cuadrilla pensarán, sin duda, que todos los hijos de Nuevo León somos débiles mentales. No, don Romo (al insulto se responde con el insulto), no es así. Ni usted ni los homúnculos como usted nos van a callar. Saldremos a la calle, la ocuparemos, vamos a abrumar a los mediocres, serviles y rapaces legisladores con nuestros gritos y nuestros aullidos.

Esta pelea será larga y difícil. Ya lo sabemos. Pero, por esta ocasión, podemos darnos el lujo de hacerle al profeta: ustedes perderán y nosotros ganaremos. Tal vez tardaremos cien años. Habrá treguas: es un combate rudo y nuestra
gente se cansa; buscarán dividirnos y, sin duda, comprarán algunas almas.

Pero no pueden sobornar a cuatro millones y medio de nuevoleoneses, aunque Medina y Arellanes, uniendo fuerzas, cobren el doble de lo que se están agandallando por vender al estado y a Monterrey.

PIE DE PÁGINA

Una felicitación a Jorge Salazar, delegado de la Profeco por multar, así sea de forma simbólica, a Patricia Durán, directora del colegio The Hills. Doña Patricia expulsó a una niña cuya falta consiste en ser hija adoptiva de una pareja de hombres casados.

Está bien, don Jorge, pero Durán no devolvió los diez mil pesos de la inscripción, las mensualidades y los materiales que le exigieron a la pequeña Alejandra. Además, una sanción de menos de siete mil pesos me parece demasiado modesta. La Profeco debe ser más enérgica para, entre otras cosas, sentar un precedente. Ya bastante jodidos estamos sin necesidad de caer en la discriminación.

 

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