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1459 28 Noviembre 2013

 

Partir madres sin perder la sonrisa
Hugo L. del Río

Monterrey.- El día de su investidura como alcalde de San Pedro, Mauricio Fernández anunció que había contratado a un grupo rudo para combatir a la delincuencia. Informó, con muchas horas de anticipación al boletín oficial, que en la ciudad de México habían sido abatidos varios delincuentes quienes tenían su domicilio en Garza García. Y, momento estelar del evento, hizo saber que violaría la ley en su determinación de limpiar de hampones a la ciudad más rica de México.

Obviamente, los buenos vecinos sampetrinos se pusieron en pie y aplaudieron hasta el cansancio al flamante edil. Es la cultura del poder: para vivir en una sociedad ordenada hay que violar las leyes. Entonces, ¿por qué se enoja el ex presidente municipal cuando le recuerdan que asesinos a sueldo –¿cobraban en la nómina?— blindaron a San Pedro contra malevos de otras bandas.

Algunos elogian al diputado Francisco Cienfuegos por, supuestamente, descobijar a Mauricio. El legislador no le levantó la minifalda: el propio Mauricio se había encargado de ello. Cienfuegos está jugando a jugar a la política. Y lo hace con torpeza, desde luego. Mauricio es un tío inteligente y amante del arte y la cultura, pero se deja dominar por su temperamento. Y en política eso es suicidio. No tenía por qué insultar al congresista: la política es, precisamente, una combinación de arte y ciencia cuyo objetivo es procurar el consenso para evitar los madrazos.

El político (el de a de veras, no la medianía que sufrimos) debe, en primer término, dominar el idioma, saber hablar, partir madres sin perder la sonrisa ni caer en la diatriba. Mauricio es tan folclórico que gana simpatías. Eso está bien para un ranchote enjoyado (si se me perdona la expresión) como San Pedro, pero como gobernador, Mauricio sería un desastre. Así las cosas, el PRI y Ugo queman la pólvora en infiernitos. Mauricio tiene tantas posibilidades de llegar a la gubernatura como yo de ganar la lotería sin comprar los billetes.

Y claro, en el fregado se metió Aldo Fasci, quien no dejó un buen recuerdo como jefe de la gendarmería estatal. Pero el amigo, pianista de primera, no puede vivir fuera de los reflectores. Como sea, AF dijo dos verdades evidentes: Felipe Calderón protegió a Mauricio de sus propias barbaridades. Y sí, el entonces jefe de la comuna corrió a los judiciales de San Pedro. ¿Lo hizo para proteger a sus rudos o en un rapto de mal humor?

En Nuevo León pasan muchas cosas malas, pero no nos aburrimos.

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El colmo: El Norte copió el formato (no se puede hablar de diseño) de El Horizonte.

 

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