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1460 29 Noviembre 2013

 

EL CRISTALAZO
Otra vez Mario…
Rafael Cardona

Ciudad de México.- Pues ahora resulta, señoras y señores, que dijo mi mamá que siempre no; no era el Partido Revolucionario Institucional la dictadura perfecta. No era ni lo uno ni lo otro. Ni perfección ni pleno autoritarismo (de seguro no han visitado la memoria de Stalin o Franco; eso si es cosa seria), más bien fue un largo y resistente juego de palabras al cual le hicieron caso, como siempre, los impresionables, los políticamente correctos quienes por años desacreditaron a los otros, a los reacios al fácil aplauso de la bonita y oportuna frase literaria. La dictadura perfecta, vaya título para una novela, dijimos algunos. Y vaya tunda en aquellos tiempos.

¡Ah!, pero Don Mario Vargas Llosa regresa a México convertido en una mansa oveja y con el acorazado Premio Nobel bajo el brazo, con lo cual ya todo se le puede permitir, entre otras cosas una prudente, aterciopelada opinión favorable a los tiempos de la novedad peñista, del renovado PRI, o al menos del PRI cuya actuación corre ahora por las vías democráticas con lo cual goza ya de aceptación internacional, como si eso fuera de verdad tan importante.

Hoy me llega a la cabeza (cosa rara, pero a veces algo llega por ahí) la memoria del desaparecido embajador de México en casi toda Sudamérica, Jesús Puente Leyva; quien desde la residencia mexicana en Lima le endilgó una respuesta a Vargas Llosa, en aquellos años idos, en la cual lo conminaba a entender. Pues ahora, tantos años después ha entendido las particularidades de una organización de tan extrema complejidad y profundidad, tanto como para haber regresado del sepulcro tras doce años de mirar la corrida desde el callejón, pues nunca estuvo en verdad en los tendidos.

Pero si retractarse es cosa de sabiduría, como la mudanza de las opiniones es materia de los sabios, pues esto ha dicho el Premio Nobel en franca retirada crítica y autocrítica:

“El escritor peruano Mario Vargas Llosa ha cambiado de opinión y afirma que el Partido Revolucionario Institucional de México (PRI), al que consideró en 1990 el artífice de una “dictadura perfecta”, ya “no es el mismo” de antaño (Vanguardia).”

“Este PRI está funcionando dentro de la democracia. Está respetando la democracia, está proponiendo reformas que me parecen sensatas”, dijo Vargas Llosa, de visita en México, en una entrevista que publica hoy el diario Reforma.”
El escritor llegó a decir hace unos años que sería "masoquismo colectivo" que México volviera a votar por el PRI en las elecciones de 2012, como finalmente sucedió con la victoria de Enrique Peña Nieto.

“Yo no hubiera votado por el PRI, pero el PRI que ha asumido el poder, hay que reconocerlo, no es el mismo de antaño, afirmó. La democracia sí está echando raíces en México.”

“El Premio Nobel de Literatura afirmó que las cosas han cambiado en México desde que él acuñó el término de “dictadura perfecta” para referirse al régimen priista que gobernó sin interrupción desde 1929 a 2000”.

Y la verdad uno quisiera tomar esto un poco más en serio, pero para mi menda, como dicen los taurinos, la opinión no literaria de un literato, no es como para tomarse muy en serio.

Pero a los mexicanos se nos da eso de vivir en el apantalle por los méritos extranjeros. Y las opiniones de una cosa o de otra son fundamentales para el ego nacional, especialmente de los políticos, si viene de un famoso muy famoso.

Uno de esos casos, ese realmente vergonzoso (y lo pongo nada más como ejemplo) fue cuando Joaquín Sabina opinó sobre le guerra infructuosa de Calderón. Eso mismo lo habían dicho decenas de personas especializadas en asuntos de seguridad pública y seguridad nacional: ninguno de ellos mereció ser llamado a Los Pinos para explicar sus puntos de vista, discutir o intercambiar información. Nada.

Pero cuando un antiguo guerrillero y destacadísimo cantante y compositor habló, fue como si lo hubiera hecho el oráculo. Comida y tequila para pedirle, por favor, una retractación, una palabra de aliento reconocido, porque esas opiniones si permean y no cambian los criterios oficiales, pero sí influyen y se quedan en la mente de los ciudadanos de otra manera ajenos a esos temas. 

Por eso se les atiende, porque dañan al poderoso y el poderoso nada más busca relumbrón y popularidad, tanta como la de los literatos estelares o los cantantes exitosos.

Por eso no se deben tomar en serio las ideas de quienes hablan de asuntos ajenos a su materia. Los zapateros, a hacer zapatos.

 

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