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1471 16 Diciembre 2013

 

EN LAS NUBES
La gratitud
Carlos Ravelo Galindo

Ciudad de México.- Las exequias a Nelson Mandela, en Johannesburgo, Sudáfrica, convocaron a un centenar de mandatarios del mundo.

Allí, uno de aquellos, en una declaración espontanea, lo comparó con el prócer estadunidense Martin “Burguer” King. El acontecimiento evoca la gratitud y la “inocencia” aún humana nos recuerda algo que  parece absolutamente increíble, un ejemplo a seguir. Por supuesto, sólo los animales lo entienden, el resto, por más difícil que sea es  desatento. Nos referimos a los paquidermos. Sí, a los elefantes, cuya inteligencia, en el universo, es mucho mayor y más profunda que la humana.

La gratitud de estos animales es ejemplo. Viajaron, en manada, para con su presencia dar el pésame a su benefactor, más de veinte kilómetros en Sudáfrica. ¿Cómo lo supieron? Esta, sucintamente, es la historia real: Lawrence Anthony, una leyenda de Sudáfrica y autor de 3 libros, incluyendo el bestseller “The Elephant Whisperer”, rescató valerosamente a animales salvajes y rehabilitó elefantes de todo el mundo de las atrocidades humanas. Incluyó el valiente rescate de los animales del Zoológico de Bagdad durante la invasión norteamericana de 2003.

El 7 de marzo de 2012 Lawrence Anthony falleció. Vive en el recuerdo  de su esposa, sus 2 hijos, 2 nietos y numerosos elefantes. Dos días después de su deceso, los paquidermos  aparecieron en su casa, con dos enormes matriarcas a la cabeza. Las manadas llegaron por separado para despedirse de su bien amado amigo humano. Un total de 31 mastodontes había caminado pacientemente más de 20 kilómetros para llegar a su casa en Sudáfrica.

Testigos de este espectáculo, los humanos estaban asombrados. No sólo por la suprema inteligencia y la precisión exacta de que estos animales sintieron sobre el deceso de Lawrence, también por los recuerdos y emociones profundas que estos amados seres evocaron de forma tan organizada: caminaron lentamente durante días. Abrieron  camino en una sola fila solemne, desde su establecimiento hasta la que fue su casa.

La esposa de Lawrence, Francoise, se conmovió profundamente. Sabía que los elefantes no habían estado en su casa desde hacía más de 3 años. Sin embargo, ellos bien sabían a dónde iban y cómo llegar. Era obvio que los elefantes querían dar su más profundo pésame, y honrar a su amigo que les había salvado la vida. Permanecieron durante 2 días con sus noches sin comer absolutamente nada. Luego, una mañana partieron, en su largo viaje de regreso a casa.

Ellos, en cambio, no tuvieron el atrevimiento de confundir a un mártir con un alimento.

carlosravelogalindo@yahoo.com.mx

 

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