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1474 19 Diciembre 2013

 

Celos que matan
Irma Alma Ochoa

Monterrey.- Al facilitar la reflexión a mujeres que viven violencia, con frecuencia escucho que debido a los celos, esposos, concubinos, novios, parejas o exes, les coartan el derecho a tener amistades e incluso les prohíben visitar o recibir la visita de sus familiares más allegados.

Tampoco les permiten acudir solas a las consultas médicas, únicamente pueden ir cuando ellos las acompañen. O les enfurece que salgan de casa a trabajar, aunque el agresor no provea lo suficiente para la manutención.

Por celos les revisan los teléfonos, los celulares, la cuenta de correo electrónico o las redes sociales. Les esculcan cajones y bolsos. Inspeccionan la ropa externa y la interior. Les prohíben acicalarse o vestirse acordes a su edad. Las despojan de la palabra, la sonrisa, el brillo de su mirada, la salud y hasta la vida.

Cegado por los celos, Luis Érik Lovera Contreras de 19 años, golpeó a su esposa Sahaira Alejandra González Piña, de 18 años de edad, hasta quitarle la vida y luego, cobardemente, ocultó su cadáver en una alcantarilla de agua y drenaje. Nada más porque ella recibió una llamada telefónica en su celular.

El irascible Carlos Eduardo Medrano no soportó saber que su ex novia la joven de tan solo 18 años, Estefany Carolina Teruel Baena, publicara en su muro de Facebook que tenía otra relación. La acuchilló en abdomen y espalda, dejándola abandonada en un campo de futbol.

Sin bases para celar, José Natividad López García, de 65, asesinó a su pareja Maribel Sánchez Díaz de 35 años, sólo por la sospecha de que ella le era infiel y la creencia que sostenía una relación con otra persona. Dejó en la orfandad a dos adolescentes.

Maximiliano Lara Herrera, de 30 asesinó a Paulina Santos del Ángel de 22 años. El ex concubino, con osadía, avisó a sus amigos que la iba a matar. Dos días antes de asesinarla la golpeó porque en un cajón encontró un recado. Ella se refugió en casa de su abuelita, pero al salir de allí rumbo al trabajo fue acuchillada.

Víctor Rubén Torres Pérez quería que su esposa Elizabeth Mendoza Vázquez de 36 años, dejara de trabajar y se quedara en casa a cuidar de él y de sus hijos, pero los ingresos eran pocos y ella necesitaba el trabajo, tanto que en ocasiones doblaba turno. Él la acuchilló hasta matarla.

José Laurencio Platas Rodríguez de 27 años, acuchilló en 17 ocasiones a Gladys Esmeralda Ortega Sáenz de 19 años, hasta causarle la muerte. Dijo que la asesinó porque él no quería que ella trabajara.

Tras una acalorada discusión, Hilario Rodríguez Martínez descargó su ira en el cuerpo de su esposa, María Cruz Lira Tello de 42 años de edad, a quien asesinó de varias cuchilladas.

Por celos, Sergio Uriel Martínez Uchochima de 47 años, degolló a la señora Quintana Ambrosio Aldama de 36 años. Ella vendía tamales afuera de una tienda de conveniencia, su pareja le reclamó que platicara con un hombre.

Con este lamentable recuento podemos advertir que los celos no sólo son causantes de un sinfín de problemas emocionales o psicológicos por el miedo o el terror que infligen; además de golpes reiterados o las múltiples lesiones que dejan secuelas de por vida o tardan en sanar más de quince días, como exigen las autoridades, sino que son causa de muerte.

Los celos patológicos se manifiestan por la sospecha de engaño o idea de infidelidad. Las personas posesivas rivalizan con cualquier persona o situación, como el trabajo, pues asumen que les quita la oportunidad de estar con su pareja, novia, esposa, concubina o ex.

Sin importar si sus sospechas son infundadas, las personas en extremo celosas son destructivas: matan y se suicidan, o lo intentan.

 

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