Nuevo León ya está tamaleado
Hugo L. del Río
Monterrey.- Ninguno de los dos partidos gemelos en ideología está preparado para la gran batalla electoral. Pierden tiempo y energías en sus grillitas internas, al tiempo que el vendaval del chismerío les levanta las enaguas para que todo el mundo les vea las verrugas en las nalgas. Hace días circula la versión o chisme chafa: Nuevo León y Querétaro ya están tamaleados para el PAN.
De Querétaro no sé nada, pero en el caso de mi estado, pienso, en buena lógica formal, que no hay necesidad de tamalear nada: después de Natividad y Rodriguito debo suponer que la gubernatura es manzana madura que solita caerá del árbol en manos de los blanquiazules. Claro que uno debe tener presente que en la naturaleza del nuevoleonés hay una fuerte dosis de masoquismo –de otra manera, como nos explicamos que luego de Madedito y Larrazabal la raza de bronce le haya dado el voto a Sor Margarita— y, en un descuido, el PRI vuelve a ganar. En política no hay nada escrito y, menos en la política a la mexicana. Pero el problema del PAN (la nominación priísta vendrá del centro) es seleccionar al candidato.
Hoy por hoy, echemos un vistazo a esa trinchera. Arellanes pudiera ser la agraciada. La gente pensante la descalifica: pésima administradora, reprobada en materia de oficio político, frívola, derrochadora de nuestros dineros, demagoga de pueblo rabón y, quizá lo peor, mala jugadora de póquer abierto.
Pero a muy pocos hijos de Nuevo León les da por pensar. Luego, Arellanes no está descartada, aunque sería, sin duda, la peor opción del panismo. Está después Alejandra Sada: inteligente, carácter fuerte, colmillo político. Pero carga con el escándalo de su marido, Fernando Margáin: lo de Walmart y esas travesuras, ¿se acuerdan?; y mucha gente, sobre todo de Acción Nacional, considera que, en su trato con la gente, Sada habla y se porta como un sargento primero de Infantería. Raúl Gracia tiene amplios espacios entre la muchachada, pero los jóvenes sólo son un sector del electorado. A Rebeca Clouthier la ayudan el apellido y su trabajo, pero en mi opinión no ha logrado penetrar en la consciencia de los segmentos mayoritarios de la población. Ugo Ruiz es un buen muchacho, muy efectivo, muy eficiente y muy eficaz sentadito detrás de su escritorio, pero en cuanto deja su computadora y pretende nadar en el lago de la vida real, se va al fondo. Sería un excelente colaborador en tareas técnicas ajenas a la política, porque calladito se ve más bonito.
Todo esto nos lleva a Mauricio. Este sampetrino tiene todo para echarse a la bolsa los sufragios de la mayoría. Le sobra carisma, habla claro y, cuando hace falta, con dureza: tiene pesadita la mano: es un rudo simpático, dicharachero, entrón. Tuvo en San Pedro muchas metidas de pata, pero los únicos que no cometen errores son aquellos que no hacen nada. En la filosofía popular, se dice que como es muy rico no tendría necesidad de robar. Y, la neta, aunque en su administración hubo una que otra diablura, nadie lo ha acusado de llevarse a la casa dinero sucio. Mauricio es desenfadado: sabe que tiene buena presencia entre la clase media y el pópolo y le sobran tablas para hacer trabajos finos como las negociaciones delicadas con su propio partido, la oposición y el centro; la siempre difícil relación con una sociedad lastimada y preñada de coraje; y, en fin, hijo y nieto de grandes empresarios, conoce el secreto para atraer la inversión.
Para completar el cuadro, en sus ratos libres a Fernández de la Garza le da por la bohemia. Para mí, es el más viable entre los aspirantes. A menos que sus vecinos de Garza García no le hayan perdonado que de joven se tronó dos que tres churros. La gente de pesos gordos, como dice el tango, es hipócrita y moralina. Mauricio merecía aplauso por su franqueza y no condena por su curiosidad juvenil. Si Mauricio quiere la candidatura, considero que la tendrá. Como escribe José Emilio Pacheco: “Sólo nosotros perseveramos en seguir aquí”.
hugoldelrioiii@hotmail.com
