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1503 29 Enero 2014

 

El Estado no ve bien a las Autodefensas
Hugo L. del Río

Monterrey.- Dirán misa en lapón, pero tengo la impresión de que el Estado mexicano no ve con buenos ojos a las autodefensas (AD). ¿Vamos a creer que a los militares les cayó en gracia que los policías comunitarios hayan logrado, en unas semanas, lo que ellos no consiguieron hacer en años? En cuanto al gobierno de Enrique Peña Nieto, no se necesita un superávit de neuronas para entender que la difusión que dieron los medios internacionales a estos civiles armados vuelve a poner en ridículo a su administración.

Por ello, pienso que el llamado acuerdo que alcanzaron el lunes la Federación y las AD, con lo que queda del gobierno michoacano de patiño, es una trampa: muy primitiva, nada inteligente.

Las Defensas Rurales (DR), fueron creadas hace muchos años. Todavía desfilaron en Monterrey en el sexenio de don Alfonso. En el papel, se ve bien que las milicias se incorporen a estos cuerpos o los recreen. Pero, ojo. Primero: los rurales pasarán a depender de la Secretaría de la Defensa Nacional. Eso tiene mucho fondo: la SeDeNa puede ordenar, por ejemplo, que las AD-DR de un municipio de Tierra Caliente se trasladen de su comuna a otro poblado en el extremo más alejado de su comarca. Segundo: desde luego que soy mal pensado (el oficio lo exige) pero, va de nuez: los mandos castrenses están en condiciones de enviar columnas de las autodefensas a emboscadas o comisionarlas, para que vayan al frente en operaciones particularmente peligrosas.

Tercero: las AD-DR tendrán que aprobar las famosas pruebas de confianza que se “aplican” a la gendarmería y que, todos sabemos, están más amañadas que las ruletas de los casinos. Cuarto: los comunitarios-rurales no podrán portar las armas reservadas al uso exclusivo de las fuerzas armadas. ¿Les van a permitir el uso de carabinas y pistolas calibre 22 o 30-30 de cerrojo? Aquí los ponen en una situación tal de desventaja que, en los enfrentamientos con los narcos, no tendrán la mínima probabilidad de salir bien. Tal parece que el propósito del poder público es dividir a los milicianos, y todo indica que lo están logrando.

El buenazo de Fausto Vallejo, quien en teoría gobierna la entidad, clamó para “despolitizar el aspecto de la seguridad”. Señor de los Tres Clavos: hasta la venta o compra de una bolsa de sabritas es un acto político. Será, más bien, que a Vallejo lo asustó la declaración del comisionado Alfredo Castillo, quien señaló que alcaldes y regidores de Tierra Caliente “convivían con quienes causaron estos agravios con una impunidad total, y eso generó enojo”. Claro, y esa es la clave del buen éxito de la milicia: conocen a la gente y al estado. Tienen una información que no poseen los servicios oficiales de espionaje. Vallejo debe haber sentido pasos en la azotea. Pero, y las autoridades federales qué: ¿ellas, pobrecitas desvalidas, ignoraban las atrocidades de los matones de los cárteles?

Ahora, la alta burocracia civil y militar se quiere adornar: ya empezaron a caer los pesos pesados de los templarios. Por Dios: esos son simples jefecillos de pistoleros. Matan o apresan a uno y hay treinta en lista de espera. Lo cual nos recuerda que, en una entrevista hace años con Carmen Aristegui, el general Jorge Carrillo Olea –tampoco hablamos de una blanca paloma, pero es, casi seguramente, el mejor especialista en Inteligencia– dijo que al Chapo Guzmán “lo administran los gringos” y será recapturado cuando a ellos les convenga.

Ayer, ocho casas quedaron casi en ruinas, como resultado de dos granadazos en Uruapan, y hubo un nutrido tiroteo en Jicalán, aparte de un número no determinado de víctimas de francotiradores apostados en zonas altas de Tierra Caliente. Nosotros pagamos con nuestra sangre los juegos de poder de Washington. “México”, dijo Carrillo Olea en esa ocasión, “es un país en riesgo”.

Encantador, verdaderamente encantador.   

hugoldelrioiii@hotmail.com

 

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