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1517 18 Febrero 2014

 

Colosio y su misterio
Hugo L. del Río

Monterrey.- Dentro de unos días se cumplirá el vigésimo aniversario del asesinato de Luis Donaldo Colosio. Naturalmente, el crimen está envuelto en el misterio. En México, los atentados políticos se guardan con tanto celo que hizo falta el trabajo del historiador inglés Hugh Thomas para enterarnos de que no fue Hernán Cortés quien martirizó a Cuauhtémoc.

El diario defeño El Universal entrevistó a los padres de Mario Aburto, el presunto homicida. La nota nos lleva de regreso a Lomas Taurinas de Tijuana en la tarde del 23 de marzo de 1994. La vox populi señala a Carlos Salinas de Gortari como el autor intelectual del homicidio. Me permito discrepar: desgraciadamente para México, CSG es un hombre muy inteligente: en este país tenemos una larga tradición de asesinatos políticos.

El Sistema procuraba, siempre, maquillar el delito: el avionazo, el accidente en carretera, la enfermedad terminal, etcétera. La cúpula del poder sabía que a la larga no se puede engañar a todos todo el tiempo, pero se afanaba en cubrir las apariencias. Para empezar, ¿por qué Tijuana, de día, en presencia de miles y ante todas las cámaras de TV del planeta? Es fácil equivocarse, pero esto lo entiendo como un mensaje dirigido a Salinas de Gortari y a sus cortesanos: aquí y en todo México mandamos nosotros: somos tan poderosos que nos damos el lujo de sacrificar al ungido. Lo matamos a balazos, a la vista de todos, para que no quepa duda alguna de que estamos por encima de las instituciones republicanas.

Tijuana, cómo olvidarlo, era entonces la capital del narco. Tampoco me convence el argumento de que el famoso discurso del sonorense haya sido su sentencia de muerte. La crítica, en ocasiones la condena, del candidato que indefectiblemente ocuparía el trono contra el Presidente que sale, era uno de esos valores entendidos.

Recordemos que durante su campaña electoral Echeverría, de muchas maneras, se solidarizó –de palabra– con las víctimas del 2 de Octubre y Díaz Ordaz, quien nunca fue el hombre más tolerante del mundo, tuvo que aceptar los ataques de su delfín. Tenemos luego al general Domiro Reyes, subjefe del Estado Mayor Presidencial y jefe de la escolta de Colosio. Conocí a este militar: sabedor de su oficio, tenía la potencia física de una locomotora. Es absurdo aceptar que un sexagenario posible cómplice de Aburto le dio un empujón y lo hizo trastabillar. Sería más fácil y más seguro hacer eso con King Kong. Reyes, por cierto, fue premiado con ascenso y jefatura de Zona Militar.

Así, llegamos a lo más profundo del pozo de negrura: la intervención de Manlio Fabio Beltrones, entonces gobernador de Sonora. MFB simplemente retira a Aburto de la sala de prevención y lo lleva a un paraje desierto de Playas de Tijuana. Ahí lo retiene durante varias horas. ¿Qué carajos tiene qué hacer el Ejecutivo de un estado en la investigación o del hecho criminal o, lo más probable, en la distorsión de una averiguación fabricada para inventar culpable y confundir a la nación? El hombre de Magdalena de Kino era el heredero al trono. Salinas de Gortari lo escogió atendiendo, antes que nada, a su lealtad: LDC estaba comprometido a guardar silencio ante las corruptelas y atrocidades de CSG: más de seiscientos perredistas sacrificados en el sexenio.

Lomas Taurinas complicó la sucesión y en el desorden los poderes fácticos impusieron a Zedillo quien, lo primero que hizo fue traicionar al de Agualeguas: no le debía el puesto. “El mundo vive engañado”, escribió Montaigne.

hugoldelrioiii@hotmail.com

 

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