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1523 26 Febrero 2014

 

La apasionada
Eligio Coronado

En Apasionada*, de Rita Bedia Lizcano, esta emoción intensa se desborda irrefrenable hasta volverse erotismo puro, implícito, quizá demasiado, pero también está la otra pasión, la de la escritura, que se desborda irrefrenable aquí, y entonces uno debe agradecer que haya autoras así, autoras que se entreguen irrefrenablemente al ejercicio de su vocación: la vocación poética.

Y que lo hagan como Rita (Monterrey, N.L., 1973): valientes, esforzadas, incluso temerarias, pues no es común tanta osadía de transgredir los límites que pretende imponernos la moral imperante.

Esto significa que la obra de Rita contribuye a abrir nuevos cauces en el régimen de libertad condicionada en que vivimos: “Devoro sin prisa, / pruebo cada rincón, / muerdo con ansias, / mi lengua se empapa, / escurre miel de mis labios / y quedo con ganas” (p. 62), “Te mantengo dentro, succiono, chupo, lamo, acaricio, / eres preso de mi apetito. / No estás quieto, rozas y saboreas mi centro. / Conmoción en mi sexo. / Vibras en mí, te libero” (p. 67).

¿De dónde nace esta insólita emancipación expresiva? Seguramente de la convicción de que nadie podría desarrollar su obra como ella lo hace, con la fuerza, la intención, el enfoque, el tono y, sobre todo, con su ardoroso estilo: “Muerdes la carne de mi vulva, / grito. / Bebes del cosmos. / Vibro en tus labios” (p. 65), “Mis manos te toman; / con libertad y finura poseo / el asta portentosa de tu ser; / por segundos la sostengo / arriba, abajo; / constancia: / tu palpitar percibo” (p. 66).

Sí, así es Rita: no se enmascara con metáforas elusivas ni se interna en la espesura de la retórica; ella prefiere regodearse en la reiteración de lo evidente: “Soldado erguido / bajo la sábana caliente. / Exquisito sufrimiento, / ávida agonía” (p. 57), “Te mataré (…) / si después de unos minutos te vacías / para quedar dormido. / Entre tanto, me masturbo / para liberar mi lujuria” (p. 85-86).

Qué bien que se desborden las pasiones en la hechura de textos tan dueños de su ritmo y de su aire, tan sólidos en su estructura y que se entreguen a la primera lectura, con la misma forma tan natural en que nos entregamos cuando estamos cautivos de una pasión: “Bajo el ápice de caracola rosada: beso y muerdo” (p. 79), “Náufraga de mí, / sujeto tu espalda; / mis adentros desgarras, / embriaga el placer, / devora mi cuerpo” (p. 80), “Desnudos / pezones erectos. / Gemidos, / embestida, / en guardia, / decidido dispara. / ¡Dios! / Un grito, / mi nombre. / Bebo, / paladeo, / disfruto / cosecha de uva” (p. 58-59).

* Rita Bedia Lizcano. Apasionada. Monterrey, N.L., Edit. Letras Regias, 2014.92 pp.

 

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