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1537 18 Marzo 2014

 

¿Houston o Detroit?
Jesús González Ramírez

Monterrey.- Se equivocan otra vez los empresarios de Nuevo León al apoyar ciegamente al Gobierno del Estado y al Federal que, con la reforma energética, ponen de nuevo la economía por encima del bienestar real y tangible de la población del estado. No aprendieron de la terrible historia, que todavía padecemos, iniciada en el sexenio de Carlos Salinas de Gortari.

Es cierto que el impulso de la era dorada de Nuevo León que duró hasta los años noventa hacia posible minimizar el crecimiento de la pobreza y minimizar la creciente corrupción política. Mucha de la población se creía y sentía de clase media aun sin tener todos los satisfactores resueltos, pero el espejismo del sueño regio (si trabajas duro, serás rico) unido al pensamiento único del chip regio (ese que no daba espacio a otra manera de pensar que no fuera centrada en lo económico), anestesiaron a la clase empresarial dominante que no se dio cuenta que en la mayoría de la población crecía el resentimiento social por ver frustrados sus sueños; frustración combinada con una deficiente educación en las aulas y una formación enfocada en lo material en los hogares.

Estas fueron las condiciones que abrieron la puerta a las conductas antisociales que con mayor fuerza se propagaron después del año 2000 y acabaron en la debacle del Estado a partir de 2003, continuando hasta hoy con la crisis de violencia que a partir de 2006-2007 azota a todas las clases sociales. 30 años que terminaron con la edad dorada de Nuevo León.

La ciudad de Detroit en Estados Unidos fue la cuarta más importante hacia los años cincuenta del siglo pasado, solo detrás de Nueva York, Los Ángeles y Chicago. Una ciudad que recibió cientos de miles de personas migrantes estadounidenses que buscaban, y lograron por unas décadas, el sueño americano. La ciudad creó sus propios demonios de la mano del racismo hacia la población de color, inaugurando barrios de gente con poder económico y blanca.

Las grandes corporaciones un día decidieron que merecían tener más ganancias y comenzaron a golpear los salarios de los orgullosos obreros de la llamada “Motor City”. General Motors, Ford y Chrysler principalmente destruyeron lentamente, entre la década de los cincuentas y noventas, la riqueza que se había construido hasta ese momento; primero, al bajar salarios y prestaciones, después, despidiendo a los obreros; y por último, mudando sus armadoras de automóviles hacia países del tercer mundo, con mano de obra barata. El resto de las empresas de la ciudad, que dependía en gran medida de estas corporaciones, como proveedores de bienes y servicios, tuvieron que hacer otro tanto. La delincuencia y el consumo de drogas se dispararon a la par de este proceso. La población fue formada en un pensamiento único donde lo importante era lo material, con lo que no tuvo capacidades para buscar alternativas. Los gobiernos municipales de Detroit tomaron como alternativa, al caer la recaudación de impuestos, tomar deuda pública que a Diciembre de 2013 alcanzó los 18 mil millones de dólares y la obligó a declararse en bancarrota. En los años cincuenta Detroit llegó a tener más de un millón y medio de habitantes; hoy sólo tiene alrededor de 700 mil.

Nuevo León sufre un reacomodo poblacional desde 2007, al entrar en el periodo más violento de la crisis por la guerra contra el narcotráfico. Los 36 municipios del área rural del estado han perdido población rápidamente; muchos sectores de los 15 municipios del Área Metropolitana de Monterrey tienen altos índices de casas abandonadas por la huida de sus habitantes a otros estados, o a Texas. En materia laboral hay una población sin empleo o subempleada que, cifras no oficiales, calculan en 40%.

Muchos de esos subempleos son temporales y cuentan con salarios bajos; el estado fue catalogado por el Coneval como el segundo con los peores salarios en 2013; y tiene el mayor índice de deserción escolar a nivel bachillerato, con 22 por ciento. La delincuencia no ha sido detenida por más que las campañas publicitarias del gobierno del estado digan lo contrario y peor aún se tiene un incremento en la violencia familiar. La deuda pública del estado asciende a más de 50 mil millones de pesos, sin contar las deudas municipales.

Hoy se comienza a crear una narrativa para desaparecer la violencia con campañas publicitarias. Columnistas y empresarios hablan de que seremos el nuevo Houston y algunos políticos dicen que el nuevo Texas; se firman acuerdos con autoridades texanas para explotar el gas shale en los municipios del norte del estado, a pesar de los riesgos ambientales; se promociona a Nuevo León en Europa, Medio Oriente y Norteamérica como un lugar con “paz social”, para que los corporativos de las empresas en materia energética se instalen en la ciudad. Su clase política barre bajo la alfombra la corrupción que le cuesta a la población miles de millones de pesos, se depreda el medio ambiente con proyectos como Monterrey VI, que traerá agua desde Veracruz para los proyectos empresariales.

Se equivocan nuevamente los empresarios de Nuevo León al aplaudir ciegamente estos proyectos que les dejarán miles de millones de pesos en ganancias, mientras la población vive en una realidad distinta a lo que se quiere esconder bajo la alfombra.

Estamos a tiempo de hacer un alto y poner por encima de las ganancias el bienestar de la población; es sencillo: garantizar a la población el derecho a no ser ejecutado, desaparecido o extorsionado, el derecho a la salud, a educación, vivienda y al esparcimiento. De lo contrario, será cuestión de tiempo para que una nueva espiral de violencia termine con Nuevo León como lo conocíamos, incluso como lo conocemos.

De nuevo la pregunta: ¿vamos hacia el modelo de Houston, o hacia el de Detroit?

PD: ¿cuál será el proyecto de la Vía Ciudadana sobre la reforma energética?

@proyectoepuente

 

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