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1550 4 Abril 2014

 

Maquinaria militar ausente
Hugo L. del Río

Monterrey.- El Estado mexicano es un taburete sostenido sobre cuatro patas: Hacienda, la Procuraduría de la República, Gobernación y las fuerzas armadas. Si una de las zancas se rompe, el Estado se cae de culo.

Los recientes acontecimientos en Matamoros y Reynosa nos llevan a pensar que las Secretarías de la Defensa Nacional y la Marina-Armada de México no tienen la capacidad o la voluntad para restaurar la paz en la nación. La lluvia de acero duró varias horas: en Reynosa, la detención del líder local del cártel del Golfo, Jesús Alejandro Leal, el Metro 24, desencadenó la violencia que cobró, por lo menos cuatro vidas: un policía federal y tres civiles de quienes al momento se ignora si eran personas inocentes o sicarios.

Puente de por medio, Reynosa está frente a Hidalgo, Texas, a muy corta distancia de McAllen. Entendemos, según la lógica del narco, que sus sayones hayan hecho un esfuerzo por rescatar a su jefe. Lo que no comprendemos es que las fuerzas federales permanentemente destacamentadas como guarnición en aquella ciudad hayan tardado varias horas en someter a los pistoleros. ¿Dónde está toda la maquinaria militar, todo el poder de fuego de los Ejércitos de Tierra, Aire y Mar que nos presumen en los desfiles del 16 de Septiembre?

Uno pensaría que el principal compromiso de la Federación, en materia de seguridad, es proteger las instalaciones de Pemex, los puertos fronterizos y las carreteras federales. Obviamente, no es así. Petróleos Mexicanos es saqueado no sólo por los criminales sindicalistas o de cuello blanco, sino también por el crimen organizado y el desorganizado. El ente petrolero es la tesorería del país: vivimos de los dineros que recauda la paraestatal. Y ni por esas la custodia, profesionalmente, el gobierno federal. De los caminos o autopistas, ni hablar.

En una pickup abierta, los matones transportaron durante cientos de kilómetros los cadáveres de un ex alcalde de Nuevo Laredo y un empresario hasta arrojarlos en García, Nuevo León. ¿Retenes, patrullas, volantas? No me haga reír. Para derramar la crema sobre las enchiladas, les ofrecemos gratis a los texanos combates con fuego real. México se nos deshace, se fragmenta, se rompe. Esto no molesta a Washington: en el siglo XVIII todavía se estaban dando de cabronazos con los británicos y ya tenían a punto los planes para adueñarse de México y Cuba. Los gringos planifican: nosotros improvisamos.

Eso sí, somos un pueblo tan feliz que les componemos narcocorridos a capos y caporetes. El Metro 24 tenía su arreglo musical: se lo escribió el grupo Los Ahijados de Nuevo León. Vaya apología la que hacen de este sucio hampón: ”La vida se anda rifando… se pasea por la frontera pa (sic) los que quieran toparlo”. Ha avanzado tanto la descomposición del cuerpo social de México, que una gran parte de la población ve a estos asesinos como héroes. “Inocencia y pureza van a sacrificarse en el altar de la inmundicia”, escribe José Emilio Pacheco.

Pie de página
Está abierta la temporada de caza al periodista. Ahora le tocó, en Culiacán, a José Adrián López Ortiz, director del diario Noroeste, periódico que se distingue por su valor e independencia. A José Adrián le deseamos una pronta convalecencia.

hugoldelrioiii@hotmail.com

 

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