MALDITOS HIPSTERS
Botella maldita
Luis Valdez

Monterrey.- Vas al seguro social, al trabajo o a ver a la novia, y el metro se suspende una hora. ¡Por una botella de plástico que se atora en una puerta! Alguien tiró basura, sí, ¿pero dónde rayos están los que barren?

No me gusta hablar de cómo se hacen las cosas en otros países, pero me consta que los mexicanos somos capaces de tirar basura en plena misa, en la segunda canción de un tabledance, en un salón de clases o en la recámara de nuestros padres.

En cambio, apenas entramos a Estados Unidos y no tiramos ni un moco en la acera. ¿A causa de miedo a las multas o meramente respeto? Si es por miedo, entonces significa que en realidad seguimos siendo un pueblo de indios impresionables; pero si es por respeto, ¿entonces dónde carajos está el respeto por nuestro propio país?

Porque alguien tiró una botella de plástico en un vagón. Tuvo tanto la culpa y responsabilidad como los del sistema Metro, que deberían estar al pendiente de que su servicio de limpieza cada tanto tiempo estuviera al pendiente de la posible basura en los vagones. No sólo cuando llegue a los talleres, sino en el trayecto, porque precisamente estas cosas suceden a mitad de la línea 1.

No sé si hayan regresado el costo de las entradas, pero el tiempo perdido es tiempo perdido, y es vital. No hay estadísticas oficiales sobre cuántas parejas no alcanzaron a llegar al hotel, o la madrina que no llegó al bautizo o el enfermo al que le cerraron la oficina de gobierno donde iba a firmar su hoja de sobrevivencia.

Lo peor que podría sucedernos es caer en el extremo de echarle la culpa a la mentada botella, como si fuera un objeto poseído por el demonio. El mal está en nosotros mismos, independientemente si el contenido era agua purificada (ahora tan de moda) o producto de una compañía refresquera internacional. Si usted nota que un objeto obstruye la puerta del vagón, puede recogerlo (y a ver si hay un bote de basura cerca) o de plano patearlo para dentro o para afuera. Es la solución inmediata para no quedarse varado.