Suscribete
 
1585 23 Mayo 2014

 

Afilando el hacha del verdugo
Hugo L. del Río

Monterrey.- Tamaulipas nos quita el sueño. No sé qué es peor: si Egidio Torre como figura decorativa en Ciudad Victoria o Rodrigo Medina en su papel de gobernante débil y deshonesto –vox populi– en Monterrey. Alguien dijo que el mayor mal que hay bajo el cielo es un tonto con iniciativa. Y a Medina siempre le da por adelantarse a hechos que, por lo general, no se presentan más que en su imaginación.

Sería injusto decir que la estrategia policiaco-militar de la Federación fracasó en Tamaulipas. Han transcurrido pocas lunas y pocos soles desde que Osorio Chong anunció el nuevo evangelio en la capital tamaulipeca. Pero, con toda objetividad, sí podemos afirmar que el programa de seguridad pública empezó mal. Y con una siniestra adenda: Washington una vez más se decanta por la Armada y hace a un lado al Ejército. La vigilancia en Ciudad Victoria  obviamente, le correspondía a la fuerza de tierra: pero son los marinos quienes allá tienen presencia.

Mareantes o terrales, para los tamaulipecos no termina la pesadilla. El programa del Estado mexicano tiene más agujeros que un queso gruyere y, aunque con cierta timidez, la sociedad tamaulipeca hace saber que no está convencida de las bondades del, llamémoslo así, plan maestro. Esto, por lo que toca a los civiles. En lo que corresponde a los cárteles, está claro que no se asustaron. La vecina entidad malvive bajo una tormenta de fuego y acero. Cadáveres decapitados, restos humanos en narcofosas, bombas incendiarias y granadazos, ejecuciones, extorsión, levantones y todo lo que usted guste y mande.

En lo inmediato, se encienden las luces rojas: si los sicarios no le tienen miedo al estamento militar, entonces eso significa que no le temen a nada ni a nadie. No estoy haciendo la apología de esos asesinos ni pretendo adornarlos con guirnaldas de valientes. Los sayones se dan el lujo de desafiar al poder armado del Estado mexicano porque saben que entre ellos y la ferretería que nos muestran el 16 de septiembre se alza el blindaje de la corrupción.

Por lo demás, ya lo he dicho muchas veces, y lo repito hoy, con el riesgo de aburrir a mis tres lectores. Diezmar a la infantería del narcotráfico no nos lleva a ninguna parte. Antes que los despojos se enfríen ya entraron los relevos en acción. El verdadero campo de batalla está en los bancos que lavan narcodólares. Supongo que todos lo hacen.

Esta guerra dura ya más de seis años y nos ha costado unos 70 mil muertos y, oficialmente, cosa de 24 mil desaparecidos. Los únicos resultados que vemos son la desestabilización del gobierno federal; la militarización de la República; la intervención, cada día más acusada, de los gringos y la furia y el dolor de un pueblo bastante pueril que a gritos exige mano dura.

Estamos afilando el hacha con la que el verdugo nos va a cortar la cabeza.

hugoldelrioiii@hotmail.com

 

Su nombre :
Su correo electrónico :
Sus comentarios :

 

 

15diario.com