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1587 27 Mayo 2014

 

Explicación científica sobre la falta de buenos políticos
Eloy Garza González

Monterrey.- Ante la actual desconfianza social en los servidores públicos, los buenos políticos se alejen y los mediocres se quedan. ¿Por qué? George Akerlof, premio Nobel de Economía y padre de la “información asimétrica”, nos argumenta por qué los malos políticos se quedan y los buenos se van.

En un estudio revelador de Akerlof  (“El mercado de vehículos viejos: incertidumbre en  las calidades y el mecanismo de mercado”), publicado en Quartely Journal of Economics lo explica muy bien y pone como ejemplo el mercado de carros usados.

El vendedor conoce las condiciones reales en las que se encuentra el vehículo, porque nadie dispone mejor de tanta información como el propietario. En cambio, el comprador no descubre la calidad del carro hasta que lo compra. 

Por eso, los consumidores de carros usados de buena y mala calidad formarán un precio medio entre ambos tipos de coche y es el que se fijará en el mercado.

En la medida en que se venden más carros de baja calidad, los compradores potenciales aumentan su convencimiento de que todos los carros usados, sin excepción, son malos. Por lo tanto, no estarán dispuestos a pagar un precio elevado por ninguno de ellos. 

Este proceso de caída de demanda continuará hasta que los carros defectuosos expulsen del mercado a los carros usados de mayor calidad y sólo los peores coches permanecerán en él.

El político que se somete a subasta pública (las elecciones) hubiera tenido que exponer en otras épocas sus ideas y propuestas, pero ahora el mercado electoral televisivo sólo le pide “imagen y confianza”. Los consumidores de buenos y malos políticos se formarán una impresión estándar: todos los políticos terminan siendo lo mismo para los electores, convencidos de que ambos, buenos y malos, tienen la misma baja calidad.

Este proceso continúa hasta que los políticos mediocres expulsan del mercado electoral a los políticos de mayor calidad, que sí demostrarían sus cualidades excepcionales si no tuvieran que ofertarse bajo el mismo empaque estándar de “imagen y confianza” de los malos políticos.

Conclusión: prefieren no entrar a gobierno y dedicarse a otra cosa. Es lo que pasa en la política de Nuevo León.

 

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