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1587 27 Mayo 2014

 

La reforma electoral que llegó
Ernesto Hernández Norzagaray

Mazatlán.- Arend Liphart, un politólogo europeo que dicta clases e investiga sobre temas de democracia en la Universidad de California San Diego, escribía hace unos años, en una de sus obras ya clásicas, que cualquier reforma electoral de fondo debería pasar por modificaciones en cuatro dimensiones: la fórmula electoral que convierte los votos en escaños, el umbral electoral que establece el mínimo de votos para ser incluido en el sistema de partidos, el tamaño de los distritos electorales y el número de integrantes de la asamblea legislativa.

Que en clave democrática, deberían hacer posible todas ellas el principio de equilibrio de un voto/un ciudadano.

Esto, claro, sin menoscabo de otras dimensiones de nueva generación que involucra, al menos en México, una ley de partidos políticos, la concurrencia de elecciones federales y estatales, la constitucionalidad de todas las leyes en materia electoral, instancias jurisdiccionales, las candidaturas independientes, la igualdad de género en materia de postulación de candidatos o la extraterritorialidad del voto.

Pero, luego de estas reformas electorales, siguiendo al profesor Liphart ¿Cómo quedan estas dimensiones y hasta donde garantizan que se cumpla el principio de un voto/un ciudadano?

Fórmula electoral
Como es del dominio público, nuestro sistema de representación política, ha sido mixto desde 1978.

300 diputados de mayoría relativa y en un principio 100 de representación proporcional, qué luego se transformaron en 200, y esto no ha tenido cambios de ningún tipo, ni antes ni ahora. Solo, eso sí, en el costo de las elecciones.
Las evidencias de competitividad podrían animar un sistema más racional eliminando una parte de las pluris o también orientarnos hacia un sistema de mayoría puro o con listas abiertas que puedan ser votadas alternativamente.
De manera que aquellos candidatos más votados sean los que asuman estos cargos de representación popular y no los que encabezan las listas de representación proporcional.

En México, todavía ocurre que candidatos que obtuvieron derrotas cerradas por uno o dos puntos porcentuales, quedan fuera del legislativo, mientras que otros con más bajos niveles de votación alcanzan esos cargos.

Sin embargo, esto que pudiera significar un avance hacia una democracia de mayor calidad, no entran la agenda legislativa, el sistema político sigue priorizando la representación partidocrática (diputados y senadores con votación indirecta), candidatos con votación copiosa qué no llegan al Congreso de la Unión, pero si aquellos con una menor votación.

Es decir, en este ejercicio, lo que tenemos es un sistema que castiga de dos maneras a los ciudadanos, que los votos no garantiza la llegada de los más votados y qué por el propio diseño asuman cargos de representación quienes no obtuvieron un solo voto directo, aun cuando estos se defiendan diciendo que van en listas cerradas y bloqueadas.

Umbral electoral
También conocida como barrera legal, que hasta las elecciones de 2012 fue del 2 por ciento de la votación emitida para alcanzar representación política, ahora se incrementa hasta el 3 por ciento, lo que impondrá mayores dificultades a los partidos pequeños, que en algunos momentos sudan la gota gorda para lograrlo.

Este segmento del sistema de partidos deberá redoblar esfuerzos no solo para conservar sus votos sino incrementarlos de 2 a 3 por ciento. Que no es poca cosa, pues luego de la admisión de nuevos partidos, la competencia por esa franja de votos se incrementara sensiblemente, especialmente por el ángulo de las izquierdas.

Así, es de esperar con el registro del partido Morena, bajo el liderazgo de Andrés Manuel López Obrador, que ha atraído a sus filas a muchos militantes del PRD, PT y MC, venga una fuerte disputa por los votos de la izquierda.

Luego entonces, es previsible que en 2015 algunos de ellos pudieran reducir presencia electoral, o definitivamente, perder su registro como partido y con ello todas las prerrogativas económicas que contempla la ley.

Tamaño de los distritos electorales
De acuerdo al artículo 115 constitucional, el diseño de los distritos electorales debe determinarse en base a los criterios geográfico y demográfico, de tal manera que con su aplicación haya un equilibrio relativo entre los 300 distritos en que se divide el país.  

El Censo Nacional  de Población que cada diez años se levanta en el país es  el instrumento para que el Registro Federal Electoral determine el incremento o la reducción de los distritos en cada estado de la federación, como ha sucedido hasta ahora, donde unos estados con gran densidad demográfica ganan lo que pierden otros con niveles de crecimiento más bajos de población.

Esta pieza del diseño electoral, si bien no ha estado exenta del llamado gerrymandering de los ingenieros electorales, es decir, de un cierto cálculo político-electoral en la definición de las circunscripciones, no estuvo en la agenda de la reforma electoral; el diseño de los distritos seguirán siendo conforme a los acuerdos de los técnicos y los representantes de los partidos.

Tamaño de la asamblea legislativa
La reforma que pactaron principalmente el PRI y el PAN, tuvo un cuestionamiento previo sobre el número de diputados federales, pero especialmente sobre aquellos que proceden de la representación proporcional.
Que como sabemos frecuentemente están destinados a satisfacer los apetitos de los hombres de la partidocracia, que llegan a las cámaras por medio del voto indirecto, y muchos ciudadanos lo considera un exceso que sin duda tuvo su justificación en un momento en que no había juego democrático y las elecciones eran en el mejor de los casos plebiscitarios.

Sin embargo, hoy con un sistema competitivo y una representación diversa en el ámbito nacional, para muchos ya no se justifica con la maduración del sistema de partidos, sobre todo por los costos económicos que representa.
México, paradójicamente, sigue teniendo una de las democracias electorales más caras y con los rendimientos políticos más cuestionados del mundo.

Se habló mucho, como recordaremos, que estos diputados pasarían de 200 a 100, de tal suerte, que la Cámara de Diputados tuviera los 300 de mayoría relativa y solo 100 de representación proporcional, o como mejor se les conoce como plurinominales.

Bien, pues esta exigencia que planteaba principalmente el PAN, no fue tomada en cuenta y el dictamen legislativo no modificó ni una coma para reducir el tamaño de esta representación política.

O sea, que al menos en la próxima elección federal, tendremos la disputa del mismo número de asientos de diputados y senadores.

En suma, la reforma electoral que sin duda tiene avances importantes en distintos renglones, como son los de igualdad de género en la postulación de candidatos, la nominación de candidatos a consejeros electorales en los estados o las candidaturas independientes; en lo que se refiere al diseño institucional, todavía no subsana debilidades que ponen entredicho la calidad de nuestra democracia electoral incluso con la reforma al umbral electoral es evidente que busca favorecer un sistema pluralista pero con un claro énfasis bipartidista de centro derecha.

Eso, sin contar, las rutinas electorales que siguen teniendo pasivos significativos en la compra y coacción del voto, como también por la incapacidad de las instituciones para revertir lo que se conoce como el “tesoro” de los pobres en tiempo electoral.

 

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